Todavía no ha aparecido la careta de Universal Pictures pero ya suenan unos versos de “Bump N’Grind” que dicen, con una elocuente ironía, “my mind is telling me no but my body’s telling me yes”. Es una forma muy honesta de poner de manifiesto que American Pie: El Reencuentro es fruto de una visceral maniobra de marketing para apuntarse al carro de la siempre innecesaria resurrección de franquicias cinematográficas, con plena consciencia de que igualmente visceral es el deseo del público para responder favorablemente a la artimaña.
La serie de películas de American Pie tienen la condición de mito generacional para un público que vio en ellas un reflejo emocional sobre temas como la amistad, la diversión sin complejos y una educación sexual completamente liberada convertida en leitmotiv de la comedia desmadrada. Pero los personajes han crecido igual el target del film lo ha hecho y, por tanto, la cuarta entrega se convierte en una anticomedia juvenil que se mueve en los parámetros de ésta, traduciéndose el experimento en un explosivo y desternillante choque intergeneracional.
American Pie: El Reencuentro está planteada desde la madurez, a sabiendas lo que fue American Pie y lo que tiene que ser ahora. Evidentemente están presentes el humor pajillero, la locura festiva y la visión naif de la vida, pero son rasgos residuales del pasado. El reencuentro nueva años después siente nostalgia del pasado pero no lo anhela, se adapta a la edad de los personajes con pasajes reflexivos, guiños autorreferenciales e inteligentes giros formales respecto a la típica comedia adolescente americana, como la recatada fiesta final, la catarsis en el fracaso o la entrada de la idea de la responsabilidad en la ecuación.
La inteligencia y el buen hacer que atesora American Pie: El Reencuentro no hace más que reafirmar la irreverencia y la frescura de la franquicia, siempre al servicio de la diversión sin paliativos pero también con la indudable incapacidad de entender y empatizar como ninguna otra saga humorística con su público, y es que volver a ver a los colegas siempre es bienvenido.
