En condiciones normales, un equipo con tan sólo 11 jugadores de campo disponibles y 2 porteros partiría en clara desventaja, y de hecho así es, pero la mentalidad de los turcos los hace ser diferentes. La República Checa y Croacia ya han sido víctimas de su motivación, de su fuerza mental y de sus remontadas en el último momento. Vencer en el partido de esta noche sería una gesta épica, digna de héroes y seguro que así serán recibidos en su país, con copa o sin ella pero con la satisfacción del trabajo bien hecho, del esfuerzo hasta llegar a la extenuación.
Al otro lado se encontrarán con una Alemania que les pondrá aún más difícil su complicada situación. Los chicos de Joaquim Löw no comenzaron con mucha regularidad en la competición, pero a medida que pasaban los partidos recuperaron su manera de competir casi cuadriculada, casi perfecta, ese juego que les ha hecho grandes.
En cuanto a la plantilla Löw podrá contar con todos sus hombres casi al 100%, incluso con la presencia de Frings, que parece volverá al equipo titutar tras ser baja contra Portugal.
La perfección alemana o la pasión turca se la juegan esta noche en el St. Jakob Park de Basilea y sólo una de las dos podrá ocupar la primera plaza en la final.
