Si hoy en día hay una estrella emergente en Hollywood, esta tiene nombre y apellido propios: Sam Worthington. Hace algunos días leíamos en Heat Vision que ya había firmado con DreamWorks para interpretar a Allan Quatermain en una adaptación de la novela Las minas del Rey Salomón (pero con un rollo sci-fi que me huele mucho a 3D), de Henry Rider Haggard, en la que además debutará como productor.

Actualmente está rodando The Fields, un thriller detectivesco dirigido por Ami Canaan Mann, la hija del gran director Michael Mann.

Aprovecho la excusa de esta noticia para hacer una pequeña reflexión sobre la meteórica carrera de Sam Worthington desde su aparición en Terminator Salvation, donde realmente era el  protagonista absoluto y lo único bueno que nos dejó este desafortunado intento de relanzar  la franquicia. Por aquel entonces, Sam ya había firmado con James Cameron para protagonizar la película del siglo: Avatar. Y no había pasado medio año del bombazo revolucionario de Cameron que el bueno de Sam Worthington ya estaba arrasando en taquilla con Furia de Titanes. En The Fields realiza un trabajo más modesto, pero para Quatermain se espera otro éxito de taquilla.

Lo que yo me pregunto es si es o no casualidad que Sam Worthington estuviera metido en todos estos ‘fregaos’ taquilleros y, en caso de no ser casualidad, si su aportación ha sido significativa para el éxito de dichas producciones que, recordemos, a pesar de sus astronómicas recaudaciones no han sido precisamente manteadas por la crítica.

Mi humilde opinión personal es que Sam Worthington es un tío con mucha suerte, porque no lo veo precisamente un chulazo ni un gran intérprete. De hecho, desde mi punto de vista desprende apatía y carisma a partes iguales, y lo mejor que aporta es apariencia.

De todos modos, su buen trabajo en Terminator Salvation es lo que me hace dudar de mis palabras. En definitiva, lo que me pregunto es si estamos ante un gran actor tanto en el sentido artístico como el comercial, o si por el contrario estamos ante un nuevo Chris O’Donnell, un fiasco que en su día se las prometía muy felices y al que Sam Worthington me recuerda inevitablemente.

¿Vosotros qué decís?