Hace algunos meses, la FIFA se encargó de anunciar que el Mundial de 2018 se llevaría a cabo en Rusia, mientras que el de 2022 se produciría en Catar, un emirato escogido especialmente por el lujo y el dinero que allí existe, y que le ha permitido a sus jeques levantaron estados en islas artificiales, y hasta desarrollar una especie de manto para dejarlos alejados de los rayos solares los días de partidos.
El problema es que hace un par de semanas, y ante las consultas constantes de los medios de comunicación, Blatter anunció que una alternativa para no realizar el Mundial en el verano de Catar como tradicionalmente sucede en estas competencias en el hemisferio norte, era llevarlo a cabo en el mes de enero, es decir, a mitad de temporada europea.
Sin embargo, y aunque la mayoría de las ligas no se han expedido al respecto, la Bundesliga, conocida por ser la más organizada de todas, ya le ha adelantado a Blatter que no existe ninguna posibilidad de modificar su calendario, y no sólo eso, sino que las demás instituciones de fútbol profesional seguirán el mismo camino.
“Cometimos un error al elegir a Catar por delante de las otras candidatas como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur o Australia”, fueron las palabras hace apenas un par de días de Blatter, que acaban de ser publicadas por la página web Insideworldfootball.com, y que ponen un manto de duda sobre ese Mundial de 2022.
“Nos equivocamos al creer que podíamos jugar en verano porque en esa estación no se puede jugar allí”, finalizó el directivo suizo, quien claramente se encuentra en poder de modificar la sede del evento, aunque claro, habrá que ver si el millonario negocio que significa para las partes implicadas logra que sea descartado.