«Las ovejas de Glenkill»

"Las ovejas de Glenkill" 5Una mañana, el rebaño de ovejas encuentra a George, su pastor, muerto en el campo, atravesado por una pala. Las ovejas le adoraban: George las cuidaba con mimo, les ponía nombres y acostumbraba a leerles historias todas las noches. El rebaño, capitaneado por la inquieta Miss Maple -«la oveja más lista de Glenkill, y tal vez del mundo entero»- exige justicia y se dispone a buscar al asesino de su pastor.

Este original punto de partida me cautivó en la librería: no me equivoqué. La autora, Leonie Swan, crea un universo tierno y cercano, que describe en una prosa detallista, fluida, con mucho sentido del humor. Especialmente, a la hora de observar el curiosísimo mundo de los humanos desde el punto de vista de los animales.

Introducirnos en ese universo es el mayor acierto de esta agradable novela, y conocer a sus deliciosas protagonistas, es una experiencia que recomiendo sin reservas. Las ovejas van cautivándonos con su magnética personalidad: son tranquilas, reflexivas, sencillas.Está Othello, el carnero audaz de pasado misterioso; Zora, la rebelde; Mopple the Whale, la oveja que todo lo recuerda, con un apetito que le meterá en más de un aprieto; el misterioso Melmoth y el curioso Carnero de Invierno

Sus reflexiones acerca del mundo de los humanos son afiladas, certeras y muy divertidas. También lo son sus confusiones… por ejemplo, cuando van a la casa de Dios, obviamente, identifican a éste con el pastor que vive allí. Temen al carnicero e incluso llegan a descubrir qué humanos son «lobos con piel de cordero»…

La otra cara del libro, la de la historia de detectives, empieza con muy buen pie. Ya desde el principio, se identifica a la protagonista -la oveja Miss Maple- con la detective creada por Agatha Christie, Miss Marple, con quien comparte una curiosidad sin límites y una tranquilidad desmesurada. Las pistas que van encontrando van formando un curioso puzzle, más curioso aún porque todo lo contemplamos de manera distorsionada, a través de los ojos de los rumiantes.

Sin embargo, para funcionar como novela de detectives, le sobrarían al menos 50 páginas. Hay toda una parte central en la que la investigación apenas avanza… y después, cuando las ovejas empiezan a atar cabos, mencionan conversaciones y pistas que han encontrado muchísimo antes, que uno apenas recuerda ya.

Y, sobre todo, el desenlace resulta un tanto fallido. No a nivel de la historia de las propias ovejas y su incierto futuro: ahí la trama queda magníficamente cerrada. Pero sí en cuanto a la investigación. Y es que cuando en una novela el misterio del comienzo va creciendo y convirtiéndose en algo mucho más grande de lo que parecía al inicio -como ocurre, por ejemplo, en «El curioso incidente del perro a medianoche«- la novela se magnifica.

Del mismo modo, si los grandes misterios propuestos al comienzo -la muerte de George y de otro hombre, McCarthy- resultan ser mucho menos trascendentes de lo que prometían al comienzo, el impacto de la novela en el lector disminuye en igual proporción.

En suma, una novela a disfrutar, a la que le hubiera faltado una mejor resolución para convertirse en el gran libro que podría haber sido.

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