El inicio del nuevo curso escolar está marcado por un conjunto de transiciones cruciales que, aunque muchas veces se centran en la primera experiencia de los más pequeños, afectan también a los estudiantes que pasan de Infantil a Primaria y de Primaria a Secundaria. Este cambio no solo genera nervios e inquietud en los niños, sino que también preocupa a las familias, que buscan maneras de acompañar a sus hijos en estos momentos de cambio.
El curso escolar 2025-2026 comenzará el 8 de septiembre para Educación Infantil y Primaria, mientras que Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional iniciarán el día 9. Gustavo Pita, director de Educación de Gredos San Diego (GSD), subraya la importancia de que los niños vivan estas transiciones como una continuidad y no como rupturas. La comunicación abierta y la preparación previa son esenciales para que los menores se sientan seguros y motivados ante el nuevo entorno educativo.
Para los niños que pasan de Infantil a Primaria, las aulas y los docentes cambian, y esto exige un aumento en las responsabilidades. Los nuevos espacios, como el comedor y la biblioteca, requieren de una adaptación que puede resultar inquietante. Pita sugiere que es fundamental comenzar a hablar en casa sobre la nueva clase y las actividades que se encontrarán, para generar expectativas positivas. Además, la iniciativa de hermanar a los alumnos que terminan Infantil con aquellos que ya están en Primaria ha demostrado ser efectiva, ya que les permite familiarizarse con el centro antes del inicio del curso.
Por otro lado, la transición de Primaria a Secundaria implica un cambio considerable en la carga académica, la organización del tiempo y la interacción con múltiples profesores y compañeros. Este aumento en la autonomía y la presión emocional puede afectar el rendimiento y la motivación de los estudiantes. Por ello, es recomendable que los alumnos visiten el nuevo centro y reciban apoyo en cuanto a la gestión de tareas y organización.
Establecer rutinas constantes y definir horarios claros desde el principio puede proporcionar a los niños un sentido de control en medio de estos cambios. Reconocer los logros individuales, aunque sean pequeños, contribuye a que se sientan valorados y motivados.
Pita destaca que el enfoque educativo en GSD no se limita a los contenidos académicos, sino que busca que los estudiantes entiendan que el crecimiento implica cambios que no se viven de forma aislada. La colaboración entre familias, docentes y el propio centro educativo crea un equipo que apoya a los alumnos en cada paso de su desarrollo. Esta visión holística, que se centra en el crecimiento personal, social y académico, convierte cada transición escolar en una oportunidad valiosa para el alumnado.