En el corazón de la Amazonía, la ciudad de Belém fue el escenario de una jornada clave en el marco de la COP30, dedicando este jueves al Día de la Salud. Desde temprano, líderes internacionales enfatizaron que la salud humana y la del planeta son inseparables. Durante la reunión ministerial de Salud y Clima, Simon Stiell, secretario ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, destacó la interconexión entre la salud de las personas y la de la Tierra, instando a una responsabilidad compartida para cuidar de ambas.
En este contexto, se celebró el lanzamiento del Plan de Acción de Belém para la Salud, impulsado por el Gobierno de Brasil y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este plan se basa en tres pilares esenciales: adaptación, equidad y justicia climática, considerados fundamentales para construir una sociedad resiliente. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, subrayó que la crisis climática es también una crisis sanitaria, señalando que contar con sistemas de salud fuertes es crucial para proteger a la población de los efectos del cambio climático.
El nuevo plan tiene como objetivo acelerar soluciones concretas para que los países fortalezcan sus sistemas de salud, promoviendo la participación social y el acceso equitativo a los recursos necesarios.
En otro lanzamiento significativo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó el Marco y la Caja de Herramientas para la Gobernanza del Calor Extremo, destinado a ayudar a los países a prepararse y adaptarse a un mundo cada vez más cálido. La OMM advirtió que el calor extremo ocasiona más de medio millón de muertes al año y, en 2024, provocó la pérdida de 639 mil millones de horas de trabajo, equivalentes a un billón de dólares, cerca del 1% del PIB global.
Por su parte, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) lanzó el Fondo para la Protección Ambiental de los Refugiados, un mecanismo que financia proyectos liderados por refugiados. Con iniciativas en Uganda y Ruanda, el objetivo es restaurar más de 100.000 hectáreas de terreno y proporcionar energía limpia a un millón de personas. En Brasil y Bangladesh, se investigan nuevas oportunidades, incluyendo un proyecto en la Tierra Indígena São Marcos, en Roraima, que busca proteger los frágiles ecosistemas y los medios de vida de las comunidades locales.
Finalmente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó la iniciativa Food Waste Breakthrough, que aspira a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030, disminuyendo así un 7% las emisiones de metano. La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, lamentó la cantidad de comida que se desperdicia cada año a nivel global.
En resumen, Belém se erige como símbolo de la integración de la salud, la justicia y la acción climática, como elementos esenciales para garantizar un futuro sostenible y habitable para todos.
Fuente: ONU últimas noticias
