Hoy toca contar lo que nunca quisimos. Escribir sobre lo que nunca nos gusta. Hacemos esto con ilusión, y esta es la peor noticia para los que somos apasionados del fútbol. Piermario Morosini, centrocampista italiano del Livorno, que milita en la Serie B (Segunda División) falleció tras haber sufrido un infarto durante el partido jugado contra el Pescara. El jugador sufrió el ataque al corazón durante el minuto 31 del partido que enfrentaba al Pescara y al Livorno, su equipo, en la ciudad adriática. Durante varias ocasiones y desde el suelo, intentó reincorporarse pero naturalmente, era imposible.
Una vez más tenemos que lamentar una muerte prematura en el fútbol, pues el internacional italiano en categorías inferiores sólo tenía 25 años. No sabemos si los exámenes médicos son menos exhaustivos, si todos estos casos son circunstancias genéticas, o si la presión de la élite y el ritmo de trabajo de los deportistas profesionales, unido a la cada vez menor calidad de los productos alimenticios acaban por ser fatales. No lo sé, todo esto son hipótesis, circunstancias que se me vienen a la cabeza. Pero hay que ponerse en manos de profesionales y hacer algo, porque la lista es desgraciadamente demasiado larga.
Morosini, cedido en el Livorno, pertenecía al Udinese y había pasado por numerosos equipos transalpinos desde 2005: criado en Atalanta de Bérgamo, su ciudad natal, jugó en Udinese, Bolonia, Vicenza en dos ocasiones, Reggina, Padova y Livorno. Acumuló un gran número de cesiones y pudimos verle en la Eurocopa Sub21 de 2009 en Suecia.
Y fuera del fútbol, la desgracia recorrió la vida de Piermario. Huérfano desde hace 10 años, también perdió a su hermano y su única hermana, mayor que él y que no puede valerse por sí misma, estaba a su cargo. Un coche policial estacionado evitó una aún más rápida asistencia de la ambulancia. Nunca sabremos qué hubiera pasado.
Por supuesto, el fútbol ya no es secundario, sino que está en un plano mucho más lejano, y toda la jornada en Italia ha sido suspendida.
Descanse en paz, Piermario Morosini.
