‘La Legión del Águila’, gran aventura en glorioso 2D

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La Legión del Águila es de estas películas que recuerdan que todavía se puede ir al cine por mera diversión sin tener que renunciar a la calidad ni empacharse con una hibis digital acentuada con el 3D. Kevin Macdonald (El Último Rey de Escocia) nos brinda una cinta de romanos ruda, maravillosamente fotografiada combinando belleza y feísmo, y con una textura casi tangible sin necesidad de usar unas malditas gafas.

La historia es la de un joven centurión, Marcus (Channing Tatum) que es elige realizar su servicio en la región de Gran Bretaña para, algún día, recuperar el estandarte del Águila Dorada de la Legión IX, perdida en manos de los nativos bajo el mando de su padre. Marcus se embarca en un viaje con su esclavo bretón, Esca (Jamie Bell), más allá de las murallas del norte para recuperar el honor perdido que simboliza la susodicha águila.

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La clave del filme es el protagonismo compartido entre dos compañeros opuestos por sus raíces, pero unidos por sus valores, siendo la búsqueda del honor a través de la confianza, el compañerismo y la igualdad el leitmotiv de la acción, que contrasta con el salvajismo define a ambos bandos. El ritmo es trepidante y mantiene la intensidad y la incertidumbre desde el primer minuto, con giros de guión siempre arropados por el misterio que se construye alrededor de la desaparición de la Novena Legión.

Se trata, en definitiva, de una aventura de corte clásico, esencialmente llana y sin pretensiones que tiene en su sentido del entretenimiento su mayor virtud. Vale mucho la pena.

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