Clint Eastwood se ha convertido en un cineasta representativo del estilo norteamericano, controvertido y muy variado en sus temáticas, en su más reciente película se centra en la figura de J. Edgar Hoover, el legendario director del FBI.
Hoover fue el principal responsable de una nueva serie de métodos y procesos para investigar el crimen y llevar hombres poderosos a comparecer ante la justicia. Fue también uno de los hombres más importantes de Estados Unidos porque poseía conocimientos e informantes en todas partes, siendo temido y respetado por partes iguales.
Pero además de dirigir el FBI, Hoover era un hombre racista, maniático, con tendencias autoritarias y con una dudosa sexualidad. Clint Eastwood disfruta retratando personajes misteriosos y oscuros en sus películas, y después de la biopic Bird, ahora Eastwood opta por una combinación de ficción, biografía y relato sobre la forma en la que se retrata a la figura humana de Hoover.
Leonardo DiCaprio es el responsable de darle vida a J. Edgar Hoover en una de sus actuaciones más maduras en los últimos años, algo que alegra mucho a los amantes del cine que no pensaban que el chico bonito de Titanic fuera a convertirse en una de las estrellas mejor rentadas de Hollywood a la vez que potente y decidido en sus actuaciones.
La película está basada en flashbacks que el propio Hoover hace, y desde el vamos Clint Eastwood deja sentado que la interpretación de los hechos está dada bajo la mirada de su protagonista: el guión muestra la vida de Edgar Hoover como él la ve, pero aportando el lenguaje cinematográfico Eastwood logra marcar algunas posturas propias.
Desde la relación de Hoover con su madre, hasta su mano derecha el agente Clyde Tolson o su secretaria durante 50 años, Helen Gandy, que rechazó la propuesta de matrimonio de Hoover y sin embargo estuvo a su lado durante toda una vida.