Beltrán Massés inmortalizó a los dioses de Hollywood en la época del cine mudo: Gloria Swanson, Douglas Fairbanks, Rodolfo Valentino… La Real Academia de San Fernando enseña las efigies de las estrellas y sus sensuales «majas malditas».
La estrella decadente de cine mudo Norma Desmond (interpretada por la estrella decadente real Gloria Swanson) busca en la magistral Sunset Bulevard el eco de su belleza reflejado en los retratos del pasado. Más que la belleza en sí, lo que Norma ansía con todas sus fuerzas es la plenitud sexual; Mezclada con la fama, solía ser el hechizo definitivo con el que ponía a los hombres de rodillas, y con el que ahora podría retener a Joe, el fracasado y apuesto guionista interpretado por William Holden. Algo parecido le ocurre a ese trasunto de Rodolfo Valentino llamado George Valentin en la más reciente The Artist, aunque sin la carga brutal de honestidad emocional y sexual de Wilder. Si nos introdujésemos furtivamente, como Joe, en la mansión de Gloria Swanson podríamos ver uno de esos retratos, arrebatadores y un poco turbadores, ejecutado por el artista español Federico Beltrán Massés.
Ajeno a las vanguardias que prendían en Europa, Beltrán Massés se instaló a principios del siglo XX en Estados Unidos e inmortalizó a los dioses de Hollywood como Swanson y Valentino. También realizó encargos para Douglas Fairbanks, Pola Negri y Joan Crawford. Pero además realizó obras que reflejan la nocturnidad y el derroche de la Belle Epoque; pintó la sensualidad y los rincones oscuros de la mujer fatal en una serie de retratos femeninos que se conocen como sus “majas malditas”. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le rescata del olvido en que ha caído su legado -precisamente por culpa de esas vanguardias cuya novedad ensombreció a las corrientes pictóricas consolidadas- con una exposición en su sede madrileña que agrupa cuarenta piezas entre óleos, dibujos y fotografías.
Joaquín Sorolla fue uno de sus maestros, y se nota en la trayectoria impecable del pincel y el uso de la luz. Como el pintor Valenciano, también tuvo buen ojo económico. Una vez que triunfó en la Bienal de Venecia de 1920, encarriló su trayectoria por la senda del retrato burgués y aristocrático. La lista de engargos es delirante, e incluye desde las realezas decadentes y adineradas de la Europa de los 20 y 30 al Majarajá de Kapurtala, pasando por los nuevos ricos de Estados Unidos; grandes millonarios como Hearst, Rothschild, o Forbes.
Y por supuesto las estrellas del celuloide. Los actores y actrices de vida nocturna y disoluta apreciaban ese toque erótico del español. Un erotismo que ya está desatado en sus damas malditas, voluptuosas y a la vez chic, rodeadas por una atmósfera opresiva, como en un Zuloaga retorcido, nublado y lleno de misterio.
La exposición permanecerá abierta hasta el 1 de julio en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (C/ Alcalá, 13, Madrid).