Brasil es considerado el país donde el fútbol se vive con una pasión incontrolable, han sido campeones del mundo en 5 ocasiones y muchos de sus jugadores son los mejores de todo el planeta. Por lo que cuando, la candidatura de Brasil salió como elegida para celebrar el Mundial de 2014, se pusieron manos a la obra para celebrar el mejor Mundial de la historia, y parece que se lo han tomado muy en serio, la cuestión es, a qué coste.
Pues bien, las cifras de dinero invertidas empiezan a sondearse, de ahí el cabreo de muchos ciudadanos brasileños, que ven como van a pagar ellos el pato, cuando parecía que el país entraba en una etapa de bienestar económico y social. Los datos son sorprendentes, el presupuesto gastado ha sido mayor que el que se gastó en los Mundiales de Alemania y Sudáfrica, JUNTOS, y es que cuando se presentó la candidatura uno de los argumentos de peso era que no los fondos no saldrían de las arcas del gobierno, pero claro en ese momento gobernaba Lula Silva, por lo que no se está cumpliendo.
Por otra parte se estimaba que la cifra total de inversión serían unos 8.000 millones de dólares, sin embargo y cómo ya sabemos lo que ocurre en estos casos, la cifra se multiplica con cinco, con un gasto esperado de 40.000 millones. Y para colmo, a falta de apenas 10 días para el comienzo del Mundial, solo el 40 % de las infraestructuras están acabadas, con estadios aún en construcción.

El evento será un gran acontecimiento, sin embargo, es difícil pensar que se generen beneficios después de todo el gasto invertido, aún así se espera que se ingrese 100 millones de dólares en publicidad, aerolíneas, hoteles y otros gastos en la economía, así como las entradas que oscilarán entre 65 euros la más barata y 650 la más cara. El lado positivo es la generación de puestos de trabajo que será de unos 380 mil empleos y el turismo ascenderá a 600 mil turistas extranjeros.
Este tipo de ventos a veces son veneno para un país que no se puede permitir tal desembolso de dinero, es lo que a menudo llamamos pan para hoy y hambre para mañana. Un país emergente que debería invertir más en servicios y públicos y no tanto en el ladrillo, aún así es una buena oportunidad para mostrar al mundo el avance social de Brasil.