«Hay momentos así en la vida: se descubre inesperadamente que la perfección existe, que es también ella que viaja en el tiempo, vacía, transparente, luminosa y que a veces (raras veces) viene en nuestra dirección, nos rodea durante breves instantes y continúa hacia otros parajes y otras gentes«.
José Saramago, De Manual de pintura y caligrafía, Alfaguara, p. 252
Justo cuando intentaba escribir una breve semblanza sobre la muerte de Saramago me llegó una pequeña carta de una amiga con la que compartía comentarios sobre la lectura de sus libros.
Me ha parecido tan emotiva y sincera que no he dudado en sustituir mis palabras por las suyas, por supuesto con su permiso, porque creo expresan mucho mejor el sentir de muchas personas:
«Poco antes de las tres de la tarde entra C en mi habitación y me comunica la muerte de Saramago. Rápidamente conecto con el informativo y confirmo la noticia.
Unas lágrimas inevitables y copiosas salen de mis ojos y corren por mis mejillas.
Siento algo muy entrañable, como si una parte de mí se hubiera ido con él. No acierto a explicar bien este sentimiento.
Y quizás por esa fuerza y sintonía, energía inquebrantable del cosmos, que ni la distancia puede romper, sé que mi sentimiento es mutuo.
Decía la tele que «el mundo de la cultura está de luto». Creo que se queda corta.
En este dolor nos solidarizamos muchos más: los pobres, los marginados, los que sufren de hambre y de tantas injusticias, los pisoteados, olvidados por tantos PODERES de todas las clases.
Así que, en realidad, Saramago seguirá siempre vivo, porque nos ha dejado de herencia un gran legado, sobre todo el de la DENUNCIA, como pocos se atrevieron.
A mí, que creo tener un poco de fe cristiana, no me importó nunca su ateismo. Su obra y su vida hablan más que muchos que dicen seguir a Jesús.
¡Me enseñó tanto! Como que «hasta con errores, equívocos y engaños también se hace la vida» (frase de él)».
He escogido esta imagen porque en ella se vislumbra esa fina ironía que encerraban sus palabras. Os dejo con otras muchas tan necesarias de su cuaderno.
Gracias, JM, por ofrecernos desinteresadamente este sentimiento.
Un fuerte abrazo.