El míster catalán pensó en la cantera para afrontar un partido que se suponía que era de puro trámite, pero lejos de eso le tocó hacer tres cambios de «calidad», puesto sacó del campo a David Sánchez y Bojan Krkic, demostrando que no tiene mucha confianza en él, para meter a Messi y Xavi e intentar tener más el balón, y la cosa no podía haberle salido mejor porque a los cinco minutos de estar en el campo llegó el gol del argentino que ponía en pie a los 44.000 aficionados que se habían dado cita en el Camp Nou.
Aunque la historia parecía que iba a acabar feliz llegó el minuto negro, corría el 67 y los azulgranas controlaban el balón, intentaba hacer un rondo con los jugadores del Basilea, pero de repente Andrés Iniesta se tiró al suelo y levantó las manos, la cara del jugador manchego no era la mejor que podía tener y los peores presagios se hacían realidad cuando se pedía el cambio, entró Etto’o, y el médico aseguraba que como mínimo «Andresito» tendría que descansar un mes y medio, un duro golpe para él, Guardiola y la afición.
Así que con la mente puesta en lo que había pasado a Iniesta, los jugadores que habían en el campo se relajaron, y en exceso, pensando que el partido estaba ganado y de repente llegó el gol de Derdiyok que dejó boquiabierto a todo el mundo y puso el 1-1 definitivo en el marcador.