Carmina y Amén. De la comedia al cine negro

Descarada, transparente, cotidiana, así es Carmina y Amén, secuela de Carmina y Revienta dirigida como no por Paco León y protagonizada por Carmina Barrios y María León.

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Me encontré con la vida misma cuando vi esta película, me encontré con situaciones extremas surrealistas que alguna vez han pasado en la vida de alguien pero elevada a la máxima potencia. Una manera sutil de hacerle una burla a la muerte, de reírse de ti, la sátira de Berlanga y el oscuro y cine negro de Alex De La Iglesia.

 

Carmina y Amén no deja indiferente a nadie, puede carecer de dialogo a veces parsimonioso y a veces simple, casi sin ensayo, pero el mensaje que nos lanza es cuanto menos cuestionable y presente. Si me preguntaras si me he reído, te diría que no mucho, porque Carmina y Amén no es en sí una comedia, es cine negro puro, es una obra de Paco León para reírse de ti, de lo cotidiano, de lo grotesco.

La figura de Carmina (Carmina Barrios) te desnuda, se engrandece, es esa madre que tiene todo el mundo, esa figura tan común, tan característica, tan mundana pero elevada a lo más cercano. Durante toda la película podemos ver siempre primeros planos muy cercanos, mostrando solo su cara, aunque a veces parezca grotesca, cuando escupe sangre, cuando fuma, pero es así, es real, es una imagen, un reflejo, un modelo que se extiende por el tiempo a contra compás de la sociedad, porque aunque esta evolucione rápidamente  siempre nos quedara algo tan clásico y tan real como una madre así.

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La historia trata de la muerte de Antonio, el marido de Carmina, en su propia casa, donde Carmina pretende guardar el cuerpo para cobrar la paga del mes. Punto. Así de simple. Algo enrevesado y algo rebuscado convivir con un cadáver y mostrar la tensión que eso conlleva para que no lo descubra nadie en su casa.  El trabajo de Paco León en este caso ha sido cuanto menos difícil porque a lo largo de la cinta podemos encontrar a muchos personajes que siempre están encuadrados en un entorno perfecto, pero eso sí, todo bajo la influencia de Carmina, la cual como capo de la mafia maneja a su antojo todo tipo de situaciones.

Lo mejor: los últimos 15 minutos, la escena del cementerio no puede ser más real, dejando a un lado la ficción, a todos nos ha pasado,  todos hemos ido a un entierro y desde el punto de vista que nos ofrece Paco León hay muy poca diferencia con la realidad. En esta parte de la película hay una escena donde intercala música e imágenes a cámara lenta, donde el mismo Paco León se “camea” y nos muestra rostros anónimos, gente, acompañantes que no dejan de ser nadie, que perfectamente podrían haber sido tú o yo, sublime.

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En definitiva, Carmina y Amén no es una comedia, es cine negro en todo su puro estado, pero no olvides que las escenas de comedia no son para que te rías, es Paco León quien se ríe de ti.

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