La situación del mercado inmobiliario en las principales ciudades de España está alcanzando niveles nunca vistos debido a una alta demanda y una oferta extremadamente escasa. Esto ha generado una intensa competencia entre los inquilinos, quienes se enfrentan a una verdadera «guerra» para conseguir una vivienda. Iñaki Unsain, reconocido Personal Shopper Inmobiliario (PSI) en Barcelona, destaca que la fiebre por alquilar inmuebles en esta ciudad ha alcanzado un punto crítico.
En Barcelona, por ejemplo, las viviendas se alquilan en menos de una semana, registrando entre 15 y 20 visitas concertadas, con varios interesados a diario. El fenómeno es tal que, al publicarse un anuncio, según Unsain, se reciben unas 10 solicitudes en el primer día, situación que puede escalar a alrededor de 40 solicitudes poco tiempo después. Este aluvión de interés obliga a retirar los anuncios rápidamente debido a la avalancha de llamadas una vez programadas las visitas.
Una de las principales razones de esta saturación es la diferencia entre las modalidades de alquiler disponibles. Según Unsain, hay una marcada preferencia por los contratos temporales. Esto se debe a que los propietarios buscan evitar adherirse a los índices de precios establecidos por la Administración, así como eludir el pago de honorarios, resultando en la desaparición progresiva de los contratos de alquiler de vivienda habitual. Además, en los contratos temporales son los inquilinos quienes deben pagar los honorarios, lo cual reduce la demanda en comparación con las viviendas de alquiler tradicional, donde estos cargos los asume la propiedad.
La tendencia del mercado inmobiliario actual, señala Unsain, seguramente se extienda hasta, al menos, el 2025. Atribuye esto a una demanda que se mantiene extremadamente fuerte frente a una oferta que continúa siendo insuficiente. La regulación de precios también ha jugado un papel transformador, orientando el mercado hacia un predominio de contratos de alquiler temporales.
Estos cambios han puesto en jaque a los inquilinos que buscan estabilidad en sus contratos de arrendamiento y han intensificado la batalla por la vivienda en las áreas urbanas de España.