Wulfrik el Errante. (Parte II)

Hoy continuamos con la historia de Wulfrik el Errante, si alguien tiene alguna otra sugerencia que la deje en los comentarios, aunque aun tenemos pendientes alguna que otra historia más. Vamos a conocer el desenlace de uno de los hijos malditos del Caos, una historia ejemplo de que la voluntad y el poder de los dioses oscuros nunca debe ser desafiado…

Wulfrik tras la aplastante victoria obtenida en la batalla de los Mil cráneos se sentía todopoderoso e invencible, desde el momento en que terminó la batalla y se dirigió a la taberna da la ciudad más próxima junto con su fiel horda de bárbaros del Caos ya nadie se atrevía a mirarlo a los ojos. La imágen que proyectaba el guerrero era de una fiereza total, había tenido la desfachatez de acudir a la taberna aun ensangrentado y con todas las heridas abiertas, sola para mostrar su enorme fortaleza, tanto mental como física. El poder era una sensación dulce para el paladín del Caos.

Tras una celebración de más de un día y una noche Wulfrik terminó completamente ebrio tras beberse 8 barriles de aguamiel (en el codex nos dicen que son 4 pero esa es solo «la versión oficial» ;-))

Entonces en un arrebato de locura el borracho paladín se subió a una de las mesas y grito por toda la taberna que él era el mejor guerrero en todo lo ancho y largo del Viejo Mundo y que ni los mismísimos Dioses podrían detenerlo. Los barbaros del Caos (aun más borrachos que él) estallarón en un rugir de alaridos de euforia, sin duda se encontraban ante uno de los mejores paladínes del Caos de los últimos dos lustros.

Wulfrik termino su jornada de celebración tirado sobre una de las mesas de la taberna, incosciente por la borrachera y con toda la sangre de la batalla hecha costra sobre su enorme cuerpo recubierto de armadura y musculo. Lo que Wulfrik no sabía es que había un demonio a la espera deseosa del momento en que éste se durmiera para visitarlo, los dioses tenía un mensaje para él…

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