Recorrer España y descubrir a los 20,000 centenarios del país es una tarea monumental, especialmente al tener en cuenta los cerca de 700,000 mayores de 100 años que residen en el territorio. Esta labor ha sido emprendida por el renombrado cardiólogo Manuel de la Peña Alonso-Araujo, quien ha logrado dar con un verdadero tesoro: los supercentenarios. Estos individuos no solo comparten sus historias de vida, sino que también revelan secretos sobre la longevidad que han capturado la atención de millones. En apenas unos días, los videos que documentan sus encuentros han alcanzado más de 6 millones de visitas en las redes sociales.
Una de estas entrevistas fue la realizada a María Luisa Merelles, quien se prepara para celebrar su 106 cumpleaños el próximo 15 de julio. Con una capacidad intelectual excepcional, ha demostrado su agilidad al enseñar al doctor De la Peña cómo jugar al solitario en su móvil y al mantener comunicaciones con sus amigas para seguir disfrutando de una activa vida social. Esta viajera incansable ha superado por sí sola dos guerras mundiales y varias pandemias, viviendo siempre sin temor a la muerte y disfrutando de cada instante de vida. Según el doctor, su carisma y mirada penetrante son un reflejo de su rica personalidad.
El legado de sabiduría de los supercentenarios es impresionante. Entre ellos destacan Jeanne Calment, la mujer más longeva de la historia, y otros como Kane Tanaka y Sarah Knauss. Manuel de la Peña señala que la edad debería considerarse una barrera mental. A través de su obra, «Guía para vivir sanos 120 años», comparte relatos conmovedores y llenos de humanidad que buscan inspirar a otros.
De la Peña ha empezado a investigar a estos supercentenarios por una obligación profesional, pero ahora lo hace por vocación. Regularmente mide su presión arterial y realiza estudios de su salud, encontrando que la mayoría de ellos tienen un colesterol y una tensión arterial en niveles óptimos, lo cual contribuye a su longevidad. Este esfuerzo también ha permitido crear una comunidad entre los supercentenarios, quienes solían pensar que eran los únicos en alcanzar tales edades.
El impacto de su trabajo se ha extendido a la comunidad médica, desafiando las percepciones sobre las personas mayores y buscando garantizar que reciban la mejor atención hasta el final de sus días. A través del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, De la Peña ha fomentado un espacio donde la investigación, la ciencia y el humanismo converge, buscando humanizar la medicina en un mundo que muchas veces ignora la riqueza que aportan los mayores. Su influencia y liderazgo le han valido el reconocimiento como Embajador de la salud y de la vida, un testimonio de su compromiso con la longevidad y el bienestar social.