Después de múltiples retrasos en la implementación de la Ley REAL ID de 2005 y su versión actualizada, la Ley de Modernización del REAL ID, el 7 de mayo finalmente se hizo efectiva la obligación de presentar un REAL ID para abordar vuelos nacionales en Estados Unidos. Esta norma surge en un contexto donde, durante los últimos veinte años, el sistema aeroportuario operó sin esta regulación. Sin embargo, la llegada de esta medida plantea interrogantes sobre su impacto en la seguridad de los viajes aéreos y genera preocupaciones sobre los costos adicionales y los requisitos de documentación estrictos que imponen a los ciudadanos, incluso aquellos que ya poseen una identificación emitida por el estado.
A pesar de que la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) afirma que el REAL ID no es una identificación nacional ni una base de datos federal, sino un conjunto de estándares mínimos requeridos para fines federales, persisten inquietudes sobre la privacidad debido a la expansión de las identificaciones digitales. Es importante señalar que no es necesario tener un REAL ID para volar en el país; existen alternativas viables.
Las principales alternativas incluyen los pasaportes y las tarjetas de pasaporte, que pueden evitar un viaje adicional al DMV y ofrecen el beneficio adicional de permitir viajes internacionales. Además, la TSA acepta otros documentos alternativos a presentar, entre ellos licencias de conducir de estados que cumplan con el REAL ID, licencias de conducir mejoradas, tarjetas de identificación emitidas por el Departamento de Defensa, y varias otras identificaciones emitidas por el gobierno.
Sin embargo, el uso de pasaportes extranjeros podría aumentar el escrutinio durante el proceso de seguridad, ya que se están implementando dinámicas de poder que afectan las interacciones de quienes no son ciudadanos. Esta situación evidencia cómo la norma REAL ID ha traído consigo un cambio en las percepciones sobre quién puede volar, intensificando las jerarquías sociales.
En cuanto a las innovaciones, muchos estados han comenzado a ofrecer licencias de conducir móviles (mDL), que permiten a los usuarios llevar su identificación estatal en sus teléfonos. A pesar de que esto podría parecer una solución práctica, hay complicaciones burocráticas que obstaculizan su uso efectivo,lo que ha generado descontento. Por otro lado, Google ha propuesto su iniciativa «ID Pass», que podría permitir un acceso más amplio a las identificaciones digitales, aunque esto también plantea preocupaciones sobre la centralización del control sobre la identidad de los individuos.
A medida que se despliegan estas nuevas tecnologías y se adoptan identificaciones digitales, persiste el objetivo de verificar la identidad sin necesariamente comprometer el estatus de ciudadanía. Mientras tanto, aquellos que no deseen o no puedan obtener un REAL ID todavía tienen algunas opciones, aunque deberán someterse a un proceso de verificación más exhaustivo en los puntos de control de seguridad.
La implementación del REAL ID presenta cierta flexibilidad, pero la evolución hacia una identificación digital más integrada plantea preguntas sobre cómo se manejará la información personal y los posibles riesgos de establecer un sistema centralizado de datos. Al final del día, la verificación de identidad sigue siendo un tema crítico que debe ser abordado con precaución tanto por parte de los gobiernos como de las corporaciones privadas.
Fuente: EFF.org