Hoy daremos unos pasos atrás en el tiempo para deleitarnos con unas palabras de Joan Miró, artista surrealista por todos conocido. El tema que trata es el de cómo concibe él su pintura y su arte. Vemos, por un lado, algo que heredará, como ya vimos, el expresionismo abstracto, que no deja de tener cierto componente surrealista; sin embargo Miró, tras dejarse llevar por sus primeros impulsos, traza las formas de modo que parezcan más o menos comprensibles y razonables. El surrealismo, por muy surrealista que sea, siempre le podemos encontrar un sentido, aunque sea completamente disparatado. En él sí podemos adivinar formas e ideas, el contenido del subconsciente:
«Hoy lo que más me interesa son los materiales con que trabajo. Con frecuencia me proporcionan ellos el choque que me sugiere las formas, como los desconchones de una pared sugerían formas a Leonardo. Comienzo un lienzo sin pensar en lo que va a convertirse. Después que el primer fuego se ha apagado, lo dejo aparte. No lo miro durante meses. Después lo vuelvo a tomar y lo trabajo fríamente, como un artesano, guiado estrictamente por reglas de composición, ya enfriado el primer efecto de la sugestión. Las formas van tomando realidad conforme trabajo. En otras palabras, más que ponerme a pintar algo, empiezo pintando, y, conforme pinto, el cuadro empieza a afirmarse o a sugerirse bajo mi pincel. La forma se convierte en el signo de una mujer o de un pájaro según estoy trabajando. A veces, una mancha de mi pincel al limpiarlo, una grieta del lienzo, una mancha en la paleta, pueden sugerirme el principio de un cuadro. La segunda etapa, sin embargo, va cuidadosamente calculada. La primera es libre, inconsciente; pero después el cuadro es totalmente controlado de acuerdo con ese deseo de trabajo disciplinado que yo he sentido desde el comienzo.»