El cine mexicano aprieta fuerte con Somos lo que hay, una película sorprendente desde el punto que la premisa del canibalismo (quizá el principal atractivo, a priori), trae consigo una terrible historia de drama familiar y una contundente crítica sociopolítica del país.
Somos lo que hay nos cuenta la historia de una familia pobre que ha supeditado su supervivencia a la práctica del canibalismo, a un ritual que se supone les da la capacidad para seguir adelante a pesar de no tener ni dinero ni trabajo.
Es la muerte del padre es lo que produce la catarsis que hace que la familia se empiece a desmontar poco a poco, por culpa de la falta de un liderazgo que deben asumir los hijos. Tras la trama principal de la caza de una persona para realizar el ritual caníbal, Jorge Michel Grau hace una profunda apología de la unidad familiar como único refugio ante la desesperación más absoluta cuando ya no queda nada.
La disección de cada uno de los miembros de la familia es igual a la disección que ellos hacen de los cadáveres, una atrocidad en toda regla que a través de una hipérbole ficticia nos cuenta y denuncia una sobrecogedora realidad.
Tanto es así que incluso la práctica del canibalismo no parece tan aberrante al lado de las miserias humanas, la crueldad de la sociedad mexicana, la corrupción de su sistema y la ausencia de bondad de las personas. Rotunda, cruel y terroríficamente sincera, dará mucho que hablar en este Festival.