Reducir la demanda energética en edificios residenciales a través del aislamiento térmico se ha convertido en una prioridad dentro de las políticas nacionales y europeas, según indican expertos de Sto Ibérica. La ineficiencia energética de los hogares es un reto significativo en la lucha contra el cambio climático, dado que las viviendas en España representan más del 20% del consumo energético nacional, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Esto convierte a la rehabilitación de estos espacios en un objetivo crucial en las estrategias de descarbonización.
El aislamiento térmico se ha consolidado como la medida más relevante por su capacidad de reducir tanto las emisiones de gases de efecto invernadero como los costos en las facturas energéticas. Sin embargo, los beneficios del aislamiento no son solo económicos o ambientales. Su falta puede conllevar efectos adversos menos evidentes, pero de igual importancia, que afectan al confort, a la salud de los habitantes y a la longevidad de las estructuras.
De acuerdo con datos proporcionados por la Asociación Nacional de Fabricantes de Materiales Aislantes, solo el 9% de los españoles ha mejorado el aislamiento de sus viviendas en los últimos seis meses, en comparación con el 14% de media en Europa, lo que pone de manifiesto como muchas personas siguen ignorando las consecuencias de vivir en construcciones ineficientes.
Entre los costos invisibles asociados a la falta de un aislamiento adecuado, se incluye la pérdida de hasta un 30% de energía en las viviendas, que puede traducirse en un gasto extra que, a largo plazo, puede superar los 15.000 euros. Además, se estima que un 58% de los edificios se han construido sin cumplir normativas eficientes, lo que incrementa el riesgo de pobreza energética. Se estima que más del 20% de los hogares españoles no pueden mantener temperaturas adecuadas durante el invierno, obligando a muchas familias a destinar una parte importante de sus ingresos al pago de energía.
La falta de aislamiento también impacta el valor de las propiedades en el mercado. Un estudio del Banco de España revela que las viviendas con mejor calificación energética pueden venderse hasta un 9,7% más caras que las más ineficientes. Esto resulta en una pérdida de competitividad para las propiedades menos eficientes, que pueden tardar más en ser vendidas o incluso quedar fuera de comparativa.
Por último, no se puede soslayar el impacto en la salud y el bienestar de los residentes. Espacios mal aislados pueden generar humedad y moho, provocando variaciones de temperatura y, con ello, efectos negativos en la calidad del sueño y un aumento en el riesgo de trastornos como la ansiedad o la depresión. Asimismo, el deterioro estructural de los edificios se acentúa por los cambios térmicos y la humedad, lo que puede derivar en costosas reparaciones a futuro. Implementar soluciones de aislamiento térmico se presenta, por tanto, como una inversión estratégica que puede mitigar tanto el consumo energético como los costos de mantenimiento a largo plazo.