Rusia desconecta Chernóbil de la red eléctrica

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Rusia desconecta Chernóbil de la red eléctrica

Ucrania ha informado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de la pérdida de energía en la central nuclear de Chernóbil. Rafael Mariano Grossi, director del OIEA, indica que el suceso viola un pilar de seguridad clave sobre la garantía de suministro de energía ininterrumpido. En este caso, el OIEA no ve ningún impacto crítico en la seguridad. Este es el mensaje que ha tuiteado la OIEA este miércoles, seguido de otro donde indica que “la carga calorífica de la piscina de almacenamiento de combustible gastado y el volumen de agua de refrigeración en la central nuclear de Chernóbil son suficientes para eliminar eficazmente el calor sin necesidad de suministro eléctrico”.

El corte de suministro eléctrico a la central de Chernóbil, cerrada hace más de 20 años, viola un pilar de seguridad nuclear, pero se espera que las condiciones de almacenamiento de su combustible gastado sean suficientes para eliminar el calor a pesar del incidente. De los siete pilares básicos de seguridad nuclear presentados recientemente por Grossi, las fuerzas de ocupación rusas en Ucrania ya habían incumplido dos en la central de Zaporiyia (trabajar sin presiones externas y comunicaciones fiables), y ahora en Chernóbil infringen una tercera: “garantizar el suministro eléctrico desde el exterior a partir de la red para todos los emplazamientos nucleares”.

La profesora Geraldine Thomas, del Imperial College de Londres y directora del Banco de Tejidos de Chernóbil, ha señalado: “La central de Chernóbil lleva cerrada desde el año 2000, por lo que las barras de combustible gastadas almacenadas allí han estado refrigeradas durante 22 años. Por tanto, no producirán cantidades significativas de calor, lo que hace muy improbable una liberación de radiación”.

“En el improbable caso de que se produjera –añade–, esta solo afectaría a la zona local más inmediata, por lo que no supondría ninguna amenaza para Europa occidental: no habría ninguna nube radiactiva”. Los trabajadores de la central son un grupo de personas altamente cualificadas, y la mayor amenaza es para su bienestar por la falta de comida y descanso, como resultado de que se les impida salir de la planta, más que por la radiación. Por su parte, Mark Wenman, profesor de Materiales Nucleares también del Imperial College, recuerda que la última unidad del reactor de Chernóbil se cerró hace más de 20 años y las unidades 1 y 2 entre 1991 y 1996, “lo que significa que el calor producido por el combustible en las piscinas de almacenamiento se habrá reducido sustancialmente durante un periodo de 20 a 30 años”.

“Además, los estanques de almacenamiento de combustible son muy profundos y es probable que el agua tarde semanas en reducirse, incluso sin las bombas de refrigeración activas. Es más, es de esperar que haya tiempo suficiente para que se restablezca la alimentación de los sistemas de refrigeración”, confía el experto.

En cualquier caso, Wenman considera que se trata de un “hecho preocupante” y también “resulta inquietante que se hayan perdido las comunicaciones del OIEA con la central, por lo que será mucho más difícil obtener información actualizada sobre la situación. El fuego es otro riesgo para la planta en general, pero esto es menos preocupante ya que la peor radiactividad está en el combustible, que está protegido por estar bajo el agua”.

La profesora Claire Corkhill, catedrática de Degradación de Material Nuclear en la Universidad de Sheffield (Reino Unido) añade: “Al no estar disponible el suministro de electricidad en el emplazamiento de Chernóbil, existen varios motivos de preocupación en cuanto a la seguridad del material nuclear allí almacenado. El combustible nuclear gastado produce calor a través de la desintegración radiactiva y requiere una refrigeración constante, que se consigue bombeando agua fresca en las balsas. Sin suministro eléctrico, esta agua podría evaporarse lentamente, lo que podría provocar la contaminación del edificio por niveles bajos de isótopos radiactivos”.

Otra grave preocupación es el mantenimiento del sistema de ventilación en la estructura llamada Nuevo Sarcófago Seguro. Claire Corkhill señala que “esto evita una mayor degradación del reactor número 4 y del peligroso combustible nuclear expuesto en su interior, y es esencial para el futuro desmantelamiento del emplazamiento. Si no se alimenta esta estructura, podríamos asistir al fracaso total del programa de desmantelamiento de 1.500 millones de euros para hacer que el emplazamiento sea seguro de una vez por todas”.

Mark Foreman, catedrático de química nuclear de la Universidad Tecnológica de Chalmers (Suecia) apunta que, al cortar las líneas eléctricas a Chernóbil, el lugar tendrá que depender de sus propios generadores, que tendrán un suministro limitado de gasóleo o gas. Considera que el suceso es mucho menos grave que el fallo eléctrico in situ que causó el accidente nuclear de Fukushima.

“Creo que, aunque es importante evitar que las balsas de refrigeración se sequen, las consecuencias de su desecación serían mucho menores que el accidente de Chernóbil de 1987 o el más reciente el de Japón”, afirma. Foreman piensa que la desecación de los estanques generará una amenaza más para los trabajadores que para el público en general: “Además, la pérdida de ventilación reducirá la capacidad del emplazamiento para gestionar el polvo radiactivo y proteger a los empleados, y tengo la firme sospecha de que las condiciones para estos empeorarán. Es posible que a les resulte mucho más difícil entrar en algunas zonas sin la ropa de protección completa, y que tengan más dificultades para ponérsela y quitársela. Algunas partes de la obra podrían quedar fuera del alcance de los trabajadores hasta que se restablezca la electricidad”.
Fuente: Agencia Sinc