Llegaron las Navidades, con sus luces y sus sombras. Queramos o no queramos es «época de regalos» – misión imposible la de sustraerse a esta tradición-. Y ¿hay mejor regalo que un libro? Por supuesto: tres libros.
Vayámos por géneros.
NOVELA. Viaje al fin de la noche (Voyage au bout de la nuit), de Louis-Ferdinand Céline (también conocido en su casa como Louis-Ferdinand Destouches). No se me ocurre un libro menos «navideño» que éste. Nihilismo salvaje expresado a través de un lenguaje crudo, cortante, durísimo (» la verdad es que con mi vivienda no se habría podido hacer un urinario decente», nos dice el protagonista de la novela). Pero ya me gustaría a mí escribir la mitad de bien de lo que escribía este médico francés. En fin, compruébenlo y luego me lo cuentan.
POESÍA. La mirada inicial, de Tobías Campos Fernández. Que la reflexión -honda- no está reñida con la belleza se puede apreciar claramente en esta obra del joven poeta sevillano que bebe directamente de las fuentes de un Valente o un Gamoneda. Entre las palabras, Tobías busca el silencio. A veces lo consigue («El silencio es la sombra/ de todas las palabras/ la voz de alguien/ que duerme y nos refugia»). Lástima la corta tirada de esta edición que hace difícil encontrar este poemario. Ya se sabe, la poesía es la «hermana pobre» de la literatura -comercialmente hablando, se entiende-.
ENSAYO. La vida plural de Fernando Pessoa, de Ángel Crespo. El genio portugués visto por el poeta de Ciudad Real -habrán notado que mis gustos se inclinan hacia la lírica-. Si intensa es la obra de Pessoa (y de sus numerosos heterónimos: Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Ricardo Reis, entre los más conocidos), más intensa aún se muestra su vida (y la de esos heterónimos que se movían como seres independientes del maestro portugués). Con minucioso detalle, Ángel Crespo nos va desmenuzando la trayectoria vital y artística del extraordinario poeta portugués. Sus numerosísimos proyectos (todos, o casi todos, inconclusos); sus inquietudes políticas; su -corta- experiencia amorosa; sus devaneos con el esoterismo y la cábala; su búsqueda de algún paraíso artificial -el vino-. Pero ¿qué esperar de quien vivió, no una, sino cuatro o cinco vidas a la vez? (» Me he multiplicado para sentirme;/ para sentirme he necesitado sentirlo todo…»).