Old Spice y otras fragancias con sabor vintage

Old Spice es uno de los mejores ejemplos de los llamados “perfumes vintage”. Se trata de un producto que empezó a venderse hace la friolera de 83 años, en 1937, por The Shulton Company. William Lightfoot Schultz (fundador de la empresa) creó inicialmente un perfume para mujer, inspirado por un popurrí su madre, según cuenta la leyenda. Un año después, en 1938, nació la gama de productos Old Spice para hombres.

Inicialmente The Shulton Company se centró en fabricar espuma de afeitar y loción aftershave. Pero el éxito hizo que, ya en los años 70, la marca se extendiera también al mercado de las fragancias y perfumes. Cuando el gigante Procter & Gamble compró la marca, en los años 90, completó el proceso e introdujo en el mercado desodorantes, fragancias y productos cosméticos bajo la marca Old Spice.

¿Cuándo se convirtió en vintage? En realidad, es difícil saber cuándo se aplica este calificativo a un perfume. Todos sabemos a qué nos referimos por vintage: aquellos objetos y accesorios que son de cierta antigüedad, sin llegar a ser propiamente antigüedades. Ahora bien, no hay una edad determinada que convierta a un perfume (o cualquier otro objeto) en vintage. Depende de un conjunto de factores: desde luego, su antigüedad, pero también su presentación o las propias reminiscencias que despierte en los consumidores.

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En el caso de Old Spice, hablamos de un producto que se fabrica desde 1937. Pero además, en 2008 Procter & Gamble empezó a venderlo con la denominación “Fragancia clásica”. Lo dejó aún más claro con el gel: “El original. Si tu abuelo no lo hubiese usado, tú no existirías”. Toda una declaración de intenciones. También influye el diseño: en el caso de Old Spice, no ha variado su presentación original, que incluye el dibujo de varios veleros clásicos.

La desaparición de los olores antiguos

Pero Old Spice no es, obviamente, el único perfume vintage. Internet ha facilitado la aparición de un mercado de perfumes con años de antigüedad, por los que algunos están dispuestos a pagar cientos de dólares o de euros. Es el caso, por ejemplo, de Sarah McCartney, que se dedica a crear nuevos perfumes desde que dejó de trabajar para la firma de cosméticos multinacional Lush. Mc Cartney vende en su web muestras de perfumes vintage, según relató ella misma en un reportaje publicado en The Guardian.

Ella misma colecciona esas fragancias, investiga cómo eran esos olores antiguos y utiliza las pistas que obtiene de su propio olfato para crear nuevos perfumes.

La razón de este interés por viejas muestras se explica porque muchas fórmulas de los perfumes han variado con el paso del tiempo. En ocasiones, por una cuestión comercial: el fabricante encuentra un aroma o un toque con mayor potencialidad de ventas. Otras veces se trata de un motivo económico: un ingrediente se sustituye por otro más barato. Y en otras ocasiones, es la norma la que obliga a modificar la fórmula: la Asociación Internacional de Fragancias u otros reguladores prohíben o limitan la presencia de algunos ingredientes. Es el caso, por ejemplo, de ciertos musgos o líquenes. Hace décadas eran un ingrediente habitual de las fragancias, pero hoy en día no se consideran seguros.

Por eso, en muchas ocasiones las versiones renovadas de los perfumes antiguos huelen diferente. “Los vendedores suelen decir que la fórmula ha sido la misma siempre, pero eso no es verdad”, advierte McCartney en el reportaje de The Guardian. Ella es una apasionada de comparar lo antiguo (el perfume en viejos tarros o muestras) con lo nuevo.

Elsa Schiapparelli y el diseño de los frascos de perfume

Los perfumes vintage se convierten así en un terreno abonado para los coleccionistas. Se trata de objetos limitados, con un contenido único y casi irreproducible, y en la mayoría de los casos con un incuestionable atractivo estético.

Los tarros y botellas de los viejos perfumes vintage eran a veces diseñados por figuras como Elsa Schiapparelli. Ella fue capaz de revolucionar el mundo de los perfumes gracias a una mirada provocadora y única. De su imaginación surgieron diseños irreverentes, como la botella con cuerpo de maniquí (inspirado en las formas de Mae West) que diseñó para el perfume Shocking, una mezcla de las fragancias de magnolia, pachuli, vainilla y musgo. Corría, precisamente, el año 1937, el año en que surgió Old Spice. Hoy, un ejemplar de esa botella se puede vender por más de mil dólares.

Otros diseños muy cotizados son los de las botellas del mítico Chanel Nº5 de los años 50. Ya se sabe que Marilyn Monroe declaró en alguna ocasión que era lo único que llevaba puesto para dormir.

Ahora bien, no hace falta remontarse a 70 años atrás para que un perfume sea vintage y tenga un valor por sí mismo. Como señala McCartney, la mayor parte de las restricciones entraron en vigor a partir del año 2000, lo que convierte al contenido de cualquier frasco previo en un objeto escaso por sí mismo. Si tienes la mala suerte de que se ha evaporado, no desesperes, porque un frasco bien conservado también puede ser vintage.

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