En el Hospital Quirónsalud Bizkaia, la ciencia avanza en la rehabilitación neurológica a través de innovadoras técnicas de neuromodulación. La fisioterapeuta Sara García Delgado, responsable de la Unidad de Neurorrehabilitación Robótica, destaca que «cuando un paciente ha sufrido un ictus o una lesión neurológica que provoca pérdida de movilidad, la neuromodulación del nervio vago puede ayudarnos a aumentar la capacidad del cerebro para reaprender esos movimientos».
El nervio vago, que es el más largo del cuerpo humano, conecta el cerebro con muchos órganos vitales, desempeñando un papel crucial en funciones como la respiración y el ritmo cardíaco. Según la investigación reciente, la estimulación de este nervio puede facilitar la recuperación del sistema nervioso tras un daño cerebral, favoreciendo la neuroplasticidad. «Es la habilidad del cerebro para reorganizar sus conexiones neuronales y reaprender funciones perdidas», explica García Delgado.
El hospital ha incorporado un dispositivo especializado que permite neuromodular el nervio vago mediante una suave estimulación eléctrica aplicada a una de sus ramas. Este procedimiento se realiza justo antes de las sesiones de fisioterapia con el fin de crear un entorno propicio para el aprendizaje motor y la recuperación funcional. «Después, trabajamos con el paciente usando técnicas de neurorrehabilitación robótica», añaden los especialistas de la unidad.
La neuromodulación se aplica en pacientes que han sufrido ictus, daño cerebral adquirido, lesiones medulares y enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, la esclerosis múltiple o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). También es útil en casos de traumatismos y secuelas postoperatorias que impactan la función motora.
Según García Delgado, la combinación de esta técnica con la tecnología robótica representa un avance significativo en el campo de la neurorrehabilitación. «La tecnología nos está permitiendo explorar nuevas posibilidades para mejorar la recuperación funcional y la autonomía de las personas con daño neurológico. Hoy sabemos que el cerebro puede seguir aprendiendo, y eso abre una puerta a la recuperación del movimiento y a mejorar la calidad de vida», concluye.