‘Mañana, cuando la guerra empiece’, hacerse mayor a lo bestia

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Mañana, cuando la guerra empiece está basada en la primera de una serie de novelas juveniles del australiano John Marsden, de gran éxito en su país, EEUU y varios países europeos. El punto de partida es una invasión militar coreana en Australia mientras un grupo de adolescentes están de acampada en un sitio recóndito y casi inaccesible, convirtiéndose de la noche a la mañana en una guerrilla inexperta y escasamente armada que tiene sobre sus espaldas la responsabilidad de luchar por su país.

El envoltorio de acción y aventuras sirve como vehículo para desarrollar una metáfora sobre las implicaciones de entrar en la edad adulta. De hecho, la traducción al castellano no ha respetado la paradoja del original, Tomorrow, when the war began (“mañana, cuando la guerra empezó”), que ya avanza la incursión de unos jóvenes en la guerra del universo adulto que ya existía, pero de la que ellos hasta ahora estaban exentos. La excursión marca el punto de partida del viaje iniciático que va desde la libertad hacia la gris realidad del mundo en el que hay que tomar decisiones y asumir responsabilidades en los que hay un compromiso más firme sobre uno mismo, sobre los seres queridos y sobre la sociedad en general.

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Aunque se trata de una visión bastante romántica del paso de la inocencia a la madurez, la incursión bastante insólita de la crudeza y violencia de la guerra aleja esta película de otras historias juveniles más bien camp o en las que la magia y la amistad lo solucionan todo. Además, tiene el mérito de salvar hábilmente el factor patriótico para centrarse en el lado humano de los personajes, globalizando el conflicto bélico a pesar de contar con un contexto espacial (Australia) y un enemigo con rostro (los coreanos), y desmarcándose del cine bélico convencional y de referentes directos como Red Dawn (John Milius, 1984), en la que un joven Charlie Sheen veía descender paracaídas rusos del cielo como detonante de una historia incendiariamente patriótica y anti-soviética.

La pega de la que no se ha podido liberar Mañana, cuando la guerra empiece es la iconización de los protagonistas (la rebelde, la pija, el fumeta, el inmigrante, etc.) y las interpretaciones regulares de los jóvenes actores, aunque sí consiguen crear un clima global amable y optimista que borra de forma natural las diferencias sociales que existen entre ellos.

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