Sí, el caso está bastante claro y todos los miembros del jurado coinciden en su veredicto: «no culpable» (not guilty). ¿Todos? Pues no, hay un «hombrecillo de las colinas, envejecido y reseco» (como lo define el autor) que, tercamente, se empeña en llevar la contraria a los demás.
La historia de ese hombrecillo y la explicación del por qué de su actitud, constituyen el argumento de Mañana, relato de William Faulkner.
¿Qué no conocen vds. aún a Faulkner? Pues el relato que paso a comentarles puede ser una buenísima carta de presentación de este escritor norteamericano, ganador del Premio Nobel en 1.949 y autor, entre otras, de las grandísimas novelas El Ruido y la Furia o Absalón, Absalón.
Mañana puede decirse que contiene, si no todas, sí las más importantes claves del universo faulkneriano.
Escenario: Jefferson y alrededores, dentro del condado de Yoknapatawpha, que Faulkner creó (como luego Onetti crearía Santa María o García Márquez Macondo)- y situó al Sur de los Estados Unidos, donde él había nacido (concretamente en el Estado de Mississippi).
Personajes: las gentes del Sur y su particular sistema de valores: «Todos los que vivimos en esta región del Sur»-dice el abogado protagonista en su alegato-«hemos aprendido desde nuestro nacimiento unas pocas cosas que valoramos sobre todas las demás. Una de las primeras… enseña que sólo a costa de la vida se puede pagar la vida que se ha quitado a alguien». Sí, hombres orgullosos, leales y , sobre todo, obstinados hasta la desesperación. Defensores de un mundo antiguo (ya casi rancio), pero su mundo al fin y al cabo.
Un singularísimo estilo de escritura del que destacaré algunas características:
– La indeterminación. Con Faulkner las cosas nunca están claras del todo. Vean, si no, estos ejemplos: » No supimos cómo había llegado porque cuando descubrimos que tenía al niño, hacía una semana que había vuelto»; » No sé dónde la encontró, no sé si la encontró o bien ella llegó un día o noche al aserradero…». Pero es que la vida es así, indeterminada, oscura, llena de nieblas. ¿O es que podemos estar realmente seguros de que esto o aquello sucedió de una manera o de otra?
– Sus peculiares comparaciones. El famoso «como si» faulkneriano -luego también utilizado mucho por Onetti, su aventajado discípulo-. Observen esta descripción: » Y Quick nos contó todo, sentado de cualquier manera…, desarticulado, como si fuese a deshacerse en cuanto se moviera, hablando con voz calmosa y sardónica, como si tuviese toda la noche para hablar y como si el relato fuese a llevar en verdad toda la noche».
– Su ironía y característico sentido del humor: «Dile a tu madre que tal vez no volvamos hasta mañana y que le prometo no dejar que te peguen un tiro, ni que te muerda una serpiente, ni que te emborrachen con refrescos».
Pero lo que más valoro en Faulkner es su despiada visión de la condición humana, sin ningún tipo de concesiones. Poco lugar nos deja para la esperanza en sus escritos. Y si no, reparen vds. en la siguiente frase del narrador de este relato que les estoy comentando: «Sin embargo, tío Gavin dice que no hacen falta muchas palabras para expresar la suma de la experiencia humana, y que, en verdad, alguien lo ha hecho en cuatro: «nació, sufrió y murió». Definitivo.
Mañana forma parte del libro de relatos titulado Gambito de Caballo. En las citas de este artículo he utilizado la versión de Alianza Editorial (Colección Libro de Bolsillo), con traducción de Lucrecia Moreno de Sáez.