‘Los Tres Mosqueteros’, locurón de uno, locurón para todos

‘Los Tres Mosqueteros’, locurón de uno, locurón para todos 7

Antes que nada, quiero aclara que no tengo demasiado respeto por la obra de Paul W. S. Anderson, aunque por alguna extraña razón no puedo evitar tragarme todo el celuloide que vomita como si fuera una droga barata y yo un yonki poco exigente.

Hay algo atractivo en las cuchufletas de este hombre, como lo hay también en la obra del incomprendido Uwe Boll, el único tío capaz de convertir el bodrio en un arte de estudio. Lo de Anderson sin embargo es más grillado, con más sinsentidos y mal gusto. Su versión de Los Tres Mosqueteros no es ni una modernización (añadir una tecnología de estética steampunk al estilo Wild Wild West no es ni mucho menos suficiente), ni una revisión (no hay una historia relevante en la que agarrarse), ni una adaptación (los personajes son caricaturas de sí mismos), ni nada, es una excusa para rodar un combate de barcos-zeppelin con muy poca historia precedido de varias secuencias de acción que se ha copiado de Resident Evil, otra de las suyas, como la del pasillo con trampa y que llega a repetir dos veces.

Quizá sea la insolencia de denostar un clásico de la literatura para convertirlo en una explotation populista sea lo que atrae de un director abonado al exceso, que se ha forjado una carrera con adaptaciones enajenantes de videojuegos que también lo son. También es probable que lo llamativo de Los Tres Mosqueteros sea la promesa del entretenimiento palomitero con el precedente testado del Sherlock Holmes de Guy Ritchie todavía fresco en la memoria aunque, desafortunadamente, nos encontramos con un sucedáneo de Águila Roja sin la excusa del limitado presupuesto televisivo español. De hecho, esperaba que en cualquier momento Tino Casal Orlando Bloom se marcara un «Eloise» para amenizar el asunto.

‘Los Tres Mosqueteros’, locurón de uno, locurón para todos 8

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