La autora de esta frase es casi más famosa por su vida sentimental que por su extensa obra literaria. Después de una revolución francesa fracasada nació en París en el año 1804, Amantine Aurore Dupin. Pero este nombre no nos dice demasiado, y es que a partir de los veintisiete años empezó a firmar con un seudónimo masculino con el que se haría famosa: George Sand.
Sand rompió moldes en una época en la que la mujer, relegada a la sombra, tenía que pedir permiso hasta para respirar. Idealista, defensora del socialismo y de la Revolución Francesa de 1848, esta novelista francesa del movimiento romántico destacó no sólo por sus obras humanistas y comprometidas, sino también por su estilo de vida anticonvencional y sus escandalosos romances.
Escribió célebres novelas, pero fueron los pormenores de su vida los que la convirtieron en una leyenda. La autora contrajo matrimonio con un barón de quien tuvo dos hijos y se separó de él en 1830. Se dice de ella que tuvo numerosos amantes, pero su relación afectiva más célebre fue con el compositor Frédéric Chopin. Del viaje que realizó con él a Mallorca surgió Un invierno en Mallorca, en el que plasmó su preocupación por los problemas humanos y los ideales feministas.
Su producción literaria se divide en cuatro etapas. La primera resalta por obras que exaltan el amor libre y los principios idealistas y románticos. Figuran en esta época las obras Valentine y Lélia. En la segunda etapa proclamará sus ideales socialistas y humanitarios. De su infancia en Nohanten (la crió su abuela), surge su afición por la naturaleza, y así en su tercera etapa completó una serie de novelas sobre la vida campesina, entre ellas, François le Champú (1848) y la La pequeña Fadette (1849). Ya en el umbral de su vejez publicó una serie de relatos que culminan la cuarta y última etapa que le valió para elaborar las mejores obras de su producción, como por ejemplo: Jean de la Roche (1860) y El marqués de Villemer (1861).