La violencia digital se ha convertido en una herramienta alarmante para silenciar a las mujeres que levantan la voz. Actualmente, amenazas, difamación, acoso y manipulación informativa pueden llevarse a cabo sin necesidad de complicadas tramas judiciales, utilizando únicamente un móvil y las redes sociales, lo que permite a los perpetradores actuar en un entorno sobrecargado de hostilidad hacia las mujeres.
Ana Katiria Suárez Castro, abogada mexicana en el exilio en España, ha puesto en marcha una campaña destinada a visibilizar el creciente fenómeno de la violencia digital de género. Su trabajo se centra en la defensa de víctimas de violencia machista y pone de manifiesto que formas de agresión como el acoso sexual online, la suplantación de identidad, las campañas de difamación y los deepfakes son estrategias utilizadas para amedrentar a mujeres que defienden los derechos humanos.
Entre las modalidades más comunes de esta violencia destacan el acoso sexual y las amenazas online, que incluyen mensajes intimidatorios y sexualizados enviados a través de diferentes plataformas digitales. Otro método grave es el «doxing», que implica la divulgación no consensuada de información personal, como direcciones o números telefónicos. Además, la difusión de mentiras con la intención de dañar la reputación de la víctima y la manipulación de imágenes, que puede ir desde memes ofensivos hasta deepfakes pornográficos, son también preocupantes. La suplantación de identidad y la ciberpersecución constituyen otras formas de ataque, así como las campañas organizadas por trolls y comunidades online que buscan desprestigiar a sus objetivos.
En el ámbito legal, México ha dado un paso significativo con la Ley Olimpia, que reconoce la violencia digital como una forma de violencia de género y penaliza la difusión de contenido íntimo sin consentimiento. No obstante, esta legislación aún se muestra insuficiente frente a la organización de campañas agresivas. Por su parte, España ha incorporado la violencia digital dentro de su Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, aunque la aplicación de esta ley sigue siendo deficiente y muchas víctimas no encuentran caminos efectivos hacia la justicia.
A nivel internacional, organizaciones como Naciones Unidas y Amnistía Internacional han indicado un aumento global en este tipo de violencia, especialmente dirigida hacia periodistas y activistas. A pesar de la gravedad del problema, muchos países carecen de legislación que aborde estas agresiones de manera específica.
Ana Katiria Suárez Castro ha sido una figura clave en la lucha por los derechos de las mujeres en México, asesorando casos emblemáticos relacionados con feminicidios y abusos de poder. Su activismo, que incluye ser una de las impulsoras del movimiento #MeToo judicial en su país, le ha valido una feroz persecución que ha ido desde amenazas hasta vigilancia personal. Desde su llegada a España, ha enfocado sus esfuerzos en visibilizar las nuevas formas de violencia contra las mujeres. Según ella, «Primero intentan desacreditarte. Luego, silenciarte. Y si no pueden, te amenazan. Y si eso no basta, te mandan a callar desde un teclado».