Ricardo Ramos D’Agostino, representante de Grupo Capital, ha destacado la influencia del miedo y la codicia en la rentabilidad de los inversionistas, reafirmando que el autocontrol emocional es fundamental para el éxito en los mercados financieros. Según un análisis del grupo, la mayor amenaza para quienes invierten no proviene de crisis económicas externas, sino de la mente del propio inversionista.
Ramos D’Agostino resalta que en momentos de alza repentina de precios, la codicia se manifiesta como confianza, llevando a muchos a comprar activos sin evaluar sus fundamentos. En contraste, durante las caídas del mercado, el miedo se disfraza de prudencia y puede conducir a la venta de activos sólidos. Ambos comportamientos se originan en la incapacidad de mantener la calma ante la volatilidad.
Grupo Capital conceptualiza el mercado como un péndulo entre la euforia y la depresión, y Ramos D’Agostino enfatiza la importancia de que el inversionista disciplinado no se deje arrastrar por estos extremos. Reconocer que detrás de cada acción hay negocios con valor real permite diferenciar la inversión de la especulación. La clave reside en identificar activos con valor subyacente, capaces de producir bienes o servicios útiles que, con el tiempo, incrementarán su cotización.
El interés compuesto se presenta como un aliado fundamental para la inversión disciplinada. Ramos D’Agostino ejemplifica cómo dos inversionistas pueden tener resultados drásticamente diferentes. Mientras uno busca beneficios a corto plazo y entra y sale del mercado continuamente, el otro mantiene su inversión durante años en empresas con ventajas competitivas. La diferencia en los resultados es clara; el primero pierde tiempo y comisiones, mientras que el segundo experimenta un crecimiento exponencial de su capital.
Para Grupo Capital, la inversión es también un ejercicio de carácter. La paciencia, aunque no garantiza resultados inmediatos, aumenta las probabilidades de éxito a largo plazo. Ramos D’Agostino concluye que la verdadera diferencia no la hace el mercado, sino la mentalidad del inversionista. «La rentabilidad es el resultado; la paciencia y el control emocional son los medios para alcanzarla», afirma.
