El objetivo de desarrollo sostenible ‘calidad educativa’ (SDG 4) busca garantizar el acceso a una educación de calidad para todos a lo largo de sus vidas, así como aumentar el número de jóvenes y adultos con habilidades relevantes para el empleo, trabajos dignos y el emprendimiento.
Según los últimos datos de Eurostat, la tasa de finalización de educación terciaria, que mide la proporción de la población de 25 a 34 años que ha completado una formación superior, alcanzó el 44,1% en 2024. Esta cifra representa un aumento significativo respecto al 39,6% registrado en 2019, lo que indica que la Unión Europea se encuentra en buen camino para cumplir el objetivo del marco estratégico de la Educación Europea para 2030, que se propone elevar este porcentaje al menos al 45%.
Dentro de los países de la UE, Irlanda, Luxemburgo y Chipre lideran las tasas de educación terciaria, registrando un 65,2%, 63,8% y 60,1% respectivamente. Por el contrario, Rumanía, Italia y Hungría se encuentran en el extremo opuesto de la escala, con tasas del 23,2%, 31,6% y 32,3% respectivamente.
Es importante destacar que la brecha de género en la educación terciaria es notable. Las mujeres alcanzan una tasa del 49,8%, mientras que los hombres se quedan en un 38,6%. Las jóvenes superan a sus homólogos masculinos en la mayoría de los países de la UE. La diferencia más pronunciada se observa en países como Eslovenia (55,7% para mujeres frente a 32,0% para hombres), Letonia (56,8% frente a 33,9%), Estonia (53,9% frente a 32,3%) y Croacia (50,1% frente a 29,6%).
Estos datos no solo reflejan el progreso en el ámbito educativo, sino que también resaltan la necesidad de seguir trabajando para cerrar la brecha de género y mejorar las tasas de educación en aquellos países que aún se encuentran rezagados. La educación es un pilar fundamental para el desarrollo sostenible y el bienestar social, y los esfuerzos deben intensificarse para garantizar que todos los individuos tengan acceso a oportunidades educativas de calidad.