Historias de Warhammer (parte II)

El joven enano matador Grimbo el viejo se econtraba con su hora de matadores justo delante de las puertas del Castillo de Grog, el rey goblin de las montañas Nubladas. Era completamente de día, momento propicio para atacar ya que por la noche esa misma zona serie un hervidero de goblins nocturnos.

Grimbo permanecia de pie con su enorme hacha impasible, a menos de un metro de la inmensa puerta a la fortaleza y con la cabeza totalmente echada hacia atrás. Inmovil, como una estatua. 

matadores a la carga

Imágenes de la doncella Lian venían a su cabeza y no podía dejar de pensar en la malevola risa del Rey Grog cuando personalmente arrastró a la princesa hasta una jaula de madera y estaño para despues llevarla consigo.

Grimbo giro la cabeza y miró a sus matadores

-.»Ahora…«

¡Ahaaaaa! Numerosos y explosivos gritos de guerra enanos resonaron por toda la llanura y los matadores se lanzaron como bestias enfurecidas contra las puertas del castillo.

Las 50 hachas a dos manos se estrellaron contra el portón principal produciendo un estrepitoso ruido infernal a arbol talado. Los matadores más fuertes talaron pronto la capa de madera para comprobar que en su interior había un segundo revestimiento de metal.

-.»¡Una pared de ojalata no nos detendra!, somos matadores, nuestro objetivo es morir hoy lo antes posible no sin antes haber llevado al rey Grog al inframundoooo! ¡Golpear! ¡Golpear aun más fuerte!»

Todos los matadores actuaban como una sola maquina de serrar perfectamente coordinada. Pronto se comenzaron a aparecer los primeros agujeros tras la puerte de la fortaleza, dentro solo se alcanzaba a ver oscuridad…

Orardo pregunta -.»Grimbo, estamos haciendo demasiado ruido, ¿no es posible que les despertemos?»

Grimbo -.»No mi fiel amigo, en menos de 5 minutos estaremos dentro con 50 hachas, no les dará tiempo a reaccionar».

Derrepente y para asombro de todos las puertas de la fortaleza se abrieron de par en par… Una desagradable sorpresa aguardaba a los enanos dentro.

Una desagradable sorpresa

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