‘Hereafter’, el tiempo no tiene piedad ni con los grandes

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No vamos a descubrir ahora a Clint Eastwood como cineasta. El tito Clint es un director intachable que se ha ganado suficiente crédito como para escoger sus proyectos y desarrollarlos con total libertad creativa porque el resultado será una garantía de elegancia, decoro e impecable factura.

Hereafter, película a la que renuncio a llamar Más allá de la vida, no es ni mucho menos una excepción y tiene momentos de auténtico lujo, como un comienzo poderoso que es una notable oda a la vistosidad y que debería servir de modelo a muchos realizadores de blockbusters.

Lo que ocurre es que, lamentablemente, el tiempo no tiene piedad ni con los grandes y Clint Eastwood tiene unos 80 años que asoman de forma traicionera detrás del tema de la película: experimentar la muerte. No era fácil, pues es un tema delicado mil veces tocado y en el que es difícil no tirar de los clichés, como la representación del más allá que Eastwood podía haber obviado sin problemas y que, sin embargo, se ha empeñado en ilustrar como si de una promo de Los 4400 se tratara. Mal síntoma, como mal síntoma es el sentimentalismo superfluo con el que trata la historia, llenándola de escenas innecesarias (como la del metro) y convirtiendo la película en carnaza de domingo por la tarde pero, esto no lo no nos lo quita nadie, rodada con gusto exquisito.

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También es sintomático que el personaje protagonista sea un hombre jubilado disfrazado de Matt Damon, pues no parece que sea esta la intención de Eastwood. El actor sin embargo está genial y es una lástima que la condena de su personaje de convivir con la muerte no se abordada con la profundidad que merece.

De hecho, todo el guión de Peter Morgan es una apuesta arriesgada porque se limita a abrir interrogantes sin cerrarlos, una idea interesante si no fuera porque el discurso no cumple con las expectativas. Eastwood y Morgan construyen la película desde el “dicen” y no desde el “digo”, Hereafter es una historia con posibilidades que queda desdibujada por la coralidad de la trama, cimentada sobre la mitología y las leyendas más redundantes sobre la visión del más allá.

En esta película Clint Eastwood se mueve en limbo de indefinición y deambula por él sin rumbo fijo. En ningún momento se muestra capaz, y ni siquiera con intenciones, de vencer el escepticismo que envuelve el tema de la película y la sensación de que los personajes se mueven en un terreno en el que no podemos entrar y que no podemos entender sin experimentar lo mismo que ellos. Esta vez el excelso director pide demasiada colaboración al público, una exigencia demasiado osada dado que no es una película de autor.

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El libro tiene portada de "best seller" sectario y no de relato de liberación espiritual. No mola, Clint.

Hereafter, en definitiva, es la película más floja de las que el tito Clint nos ha regalado estos últimos años, lo que significa que al menos es un film superior a la media y no se puede considerar ni un bache en la filmografía de un hombre de crédito infinito.

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