El conflicto en Gaza ha escalado de manera alarmante desde el 27 de mayo, cuando el ejército israelí ha asesinado al menos a 410 gazatíes que intentaban acceder a los puntos de entrega de comida gestionados por una empresa privada. Estas instalaciones, que han surgido en respuesta a una situación humanitaria crítica, han sido condenadas por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, que ha calificado estos actos como crímenes de guerra.
Los nuevos centros de distribución pretenden reemplazar el sistema de entrega de ayuda establecida por las agencias de la ONU, que han enfrentado constantes obstrucciones en su labor humanitaria. El portavoz del Alto Comisionado ha destacado que estos puntos de repartición se han convertido en «lugares de confusión y muerte» para las personas que buscan asistencia vital en medio de una crisis alimentaria.
La ONU ha enfatizado que el mecanismo militarizado de asistencia humanitaria israelí viola las normas internacionales, señalando que el uso de alimentos como arma y las restricciones al acceso a servicios básicos representan un grave atropello a los derechos humanos. Thameen Al-Kheetan, portavoz de la ONU, subrayó que las víctimas de estos centros han sido alcanzadas por bombardeos o disparos en un contexto de calamidad humanitaria, mientras que otras 93 personas han perdido la vida tratando de acercarse a convoyes de ayuda.
El saqueo de convoyes de ayuda humanitaria se ha vuelto rutina en Gaza, tras más de 20 meses de bombardeos israelíes y un bloqueo casi total de suministros esenciales. Se estima que más de 3,000 gazatíes han resultado heridos en incidentes asociados a estos centros y al saqueo de alimentos, lo que ha generado un círculo vicioso de desesperación entre la población.
La situación ha llevado a las personas a enfrentar una angustiante disyuntiva: morir de hambre o arriesgarse a ser asesinadas mientras buscan comida. A pesar de los esfuerzos de organizaciones humanitarias, las operaciones de ayuda están severamente limitadas, con muchas solicitudes rechazadas por las autoridades israelíes. Esta negativa afecta gravemente el suministro de agua y el funcionamiento de servicios cruciales como la atención médica.
En medio de esta crisis, la situación es descrita por los dirigentes de la ONU como una «carnicería», donde el hambre se convierte en un arma. Los equipos de la Oficina de Asuntos Humanitarios han alertado sobre la urgente necesidad de combustible para mantener operativas las instalaciones de salud y otros servicios básicos. Sin entregas inmediatas, advierten, las telecomunicaciones y los servicios de emergencia volverán a fallar pronto.
A medida que la crisis se agudiza, muchos hospitales se ven desbordados, y las órdenes de evacuación impuestas por Israel complican aún más el acceso a la atención médica. Las lamentaciones por la «eliminación de la vida palestina» resuenan en medio del horror de quienes intentan sobrevivir en condiciones extremas.
Fuente: ONU últimas noticias