El Sevilla consiguió darle la vuelta a un marcador que lo había tenido cuesta arriba durante muchos minutos, además el terreno de juego no ayudaba mucho a practicar el juego rápido y por bandas que suelen hacer los sevillanos, aunque este año tampoco se ha visto mucho, y es que el agua caída antes del encuentro provocó que se tuviera que retrasar durante un cuarto de hora el partido, eso sí, los que achicaron el agua lo hicieron de maravilla, puesto que solo una banda era la que se veía que los charcos impedían que el balón pudiera rodar por ella.
Con el pitido inicial y el campo muy húmedo comenzaron a llegar las primeras oportunidades, todas eran a balón parado, puesto que costaba mucho rasear el balón, la primera fue de Romaric, quizás la mayor pesadilla de los bilbaínos durante todo el encuentro, que remató el balón al larguero, aunque la respuesta no se hizo esperar y Llorente dio un aviso y posteriormente consiguió rematar el balón a la red.
El segundo tiempo comenzaba la reacción del Sevilla, aunque se podía haber acabado pronto si Yeste hubiera conseguido enganchar un balón, quien si lo enganchó fue Álvaro Duscher, que casi mete a la defensa del Athletic dentro de la portería, y es que pilló un balón suelto y soltó un testarazo que se fue rozando el larguero, después llegó la alegría y desilusión, puesto que el penalti que pitaron a Kanouté lo acabó fallando el de Malí, pero Acosta puso el 2-1 definitivo.