En un aula abarrotada, Wisam, una niña de nueve años, se sumerge en su mundo creativo mientras dibuja una flor con un lápiz de color azul. A pesar del bullicio de sus compañeros que recogen sus cosas para salir, ella permanece concentrada, dando vida a su arte. Una vez finalizado su dibujo, guarda con cariño su material en la mochila, que es ahora símbolo de esperanza y nuevos comienzos.
Wisam es parte de los más de 100.000 estudiantes desplazados que han regresado a las clases en Sudán, un país azotado por el conflicto. Este retorno a la educación ha sido respaldado por Education Cannot Wait (ECW) y UNICEF, que han proporcionado materiales escolares de vital importancia para ayudar a los niños a reintegrarse en el aprendizaje tras el caos de la guerra.
El contexto es alarmante: Sudán se enfrenta a una crisis de desplazamiento infantil sin precedentes, con más de 17 millones de niños en edad escolar sin escolarizar. Desde el inicio del conflicto en abril de 2023, cientos de escuelas han sido destruidas o funcionan como refugios, dificultando el acceso a la educación de miles de menores. Sin embargo, con la reapertura de 489 escuelas, casi 120.000 niños del estado sudanés del Mar Rojo han encontrado de nuevo un espacio donde aprender.
La historia de Wisam es un reflejo de las dificultades que enfrentan muchos menores en Sudán. Obligada a huir de su hogar en Sinnar debido al conflicto, su familia se estableció en Puerto Sudán, dejando atrás casi todas sus pertenencias, incluido su añorado uniforme escolar. Gracias a la ayuda de UNICEF, Wisam y sus hermanos pudieron obtener no solo material escolar, sino también nuevos uniformes, permitiéndoles retomar su educación con un sentido de dignidad y pertenencia.
“Me encanta mi nueva mochila”, afirma, entusiasmada por el nuevo material que incluye lápices, cuadernos y otras herramientas necesarias para el aprendizaje. Para ella, esta mochila simboliza algo más que un simple objeto; representa la posibilidad de un futuro brillante y pacífico en su hogar, permitiéndole desafiar las adversidades a través de la educación.
La educación en situaciones de crisis no solo proporciona conocimientos, sino que también ofrece un refugio emocional y un sentido de seguridad en medio del desasosiego. Las escuelas se convierten en espacios donde los niños pueden superar traumas, evitando caer en prácticas nocivas como el matrimonio infantil o el trabajo forzado, y les brindan la oportunidad de soñar y construir sus propias vidas.
A pesar de las dificultades, Wisam mantiene la esperanza. Con el apoyo recibido, empieza a creer que la educación es la clave para un futuro mejor. Sin embargo, las necesidades son enormes. Education Cannot Wait ha logrado ayudar hasta ahora a 135.000 niños afectados por la crisis, pero la demanda de recursos educativos sigue creciendo. Un informe reciente revela que 234 millones de niños en edad escolar en el mundo se ven impactados por crisis y requieren urgentemente acceso a una educación de calidad.
Con cada clase que asiste, Wisam se acerca más a ese futuro que anhela construir. Su historia es un testimonio del poder transformador de la educación, incluso en las circunstancias más difíciles, y de la resiliencia de una niña que, a través de cada trazo de su lápiz, expresa su determinación por encontrar belleza y esperanza en un mundo marcado por la guerra.
Fuente: ONU últimas noticias