Un año más, Monumenta invita a un creador reconocido a transformar el espacio del Grand Palais de París. El «artista de las rayas» coge el testigo con un impresionante bosque de óvalos transparentes que colorean el cielo de cristal.
Tomar la calle es una de las opciones más arriesgadas que se puede plantear un artista. Daniel Buren decidió hace décadas llamar la atención del art system francés con una serie de actos que le marcaron de por vida, y le definieron como “el artista de las rayas”. Llenó las avenidas de París con franjas verticales y horizontales que lo impregnaban todo: los muros de edificios, los pasillos del metro… Sus intervenciones no autorizadas aparecían aquí y allá, sorprendiendo a los viandantes y despertando la curiosidad de los medios de comunicación.
Buren forma parte de un nutrido grupo de artistas que definieron el cambio de mentalidad en torno a cómo hacer arte y cómo presentar el arte en las década de los 60 y 70. Su curiosidad y espíritu crítico se han ido haciendo más fuertes con el paso del tiempo, y sus intervenciones se han extendido a distintos tipos de espacios, públicos y privados. Su lenguaje se ha enriquecido, pero siempre remite al juego espacial; a estimular la percepción del espectador. Sus construcciones minimalistas utilizan el color como pensée brute (pensamiento puro) y pretenden estimular los sentidos del que las transita. Porque muchas de ellas están para sumergirse en ellas; obra y espacio se convierten en uno solo.
Son famosas las transformaciones que realizó en el hueco central del Guggenheim en Nueva York, y en el Palais Royal de París (Le Deux Plateaux, un jardín de columnas que tuvo su dosis de polémica en los años 80). A sus 73 años, Buren coge el testigo de Monumenta, la ya consolidada cita de la creación contemporánea en el Grand Palais. El histórico edificio galo ha sido intervenido en cuatro ocasiones por Anselm Kiefer (2008), Richard Serra (2009), Christian Boltanski (2010) y Anish Kapoor (2011). Para esta edición, Buren ha ideado un espectacular entramado de pilares que sostienen óvalos de colores bajo los cuales la contemplación de las bóvedas acristaladas del palacio es una experiencia única. Con motivo de la inauguración, el artista satisface nuestra curiosidad sobre momentos presentes y pasados de su carrera.