En un encuentro tan interesante como lo que podía esperarse en la previa del mismo, el Bayern Munich logró quedarse con una nueva Champions League, la quinta de su historia, al vencer al Borussia Dortmund por un marcador final de 2 a 1, gracias a las anotaciones de Mandzukic y Robben sobre el final del encuentro, luego de que Gundogan hubiera igualado de penal para los finalistas.
Lo primero que se debe destacar es que el encuentro comenzó con un dominio absoluto del Borussia Dortmund, al menos en la primera hora de juego, en la que Bender y Gundogan se hicieron patrones del medio campo, al tiempo que Reus y Lewandoski se hacían incontrolables para una endeble defensa del Bayern Munich, que sólo empezó a reaccionar mediante la pelota parada.
Mas allá de eso, en una primera etapa que comenzó a emparejarse sobre el final de la misma, el otro gran actor fue Arjen Robben, a quien el fantasma de las finales perdidas con Holanda en el Mundial de 2010, y ante el Chelsea en la última final de la Champions League parecía volver a aparecerse luego de que Weindenfeller le quitara dos mano a mano que el zurdo definió demasiado apurado.
Sobre el comienzo del segundo tiempo, ya se vio un conjunto bávaro diferente, parado bastante más adelante en el campo de juego, lo que derivó en que una gran habilitación de Ribery a Robben, y centro atrás de éste, finalizara con gol de Mandzukic, que a esas alturas del juego parecía más normal por la igualdad en llegadas entre ambos equipos.
Sin embargo, a los diez minutos, una internada de Reus en el área derivó en un penal innecesario de Dante, que debió ser expulsado, y la anotación de Gundogan. De allí al final del compromiso, el Dortmund fue cada vez más corazón y menos juego, hasta que Robben pudo redimirse de tantas finales europeas e internacionales perdidas, al aprovechar otra jugada de Ribery, internarse en el área, y definir con una frialdad absoluta a contrapie del portero rival para erigirse en el héroe de Wembley.