Nadie ha descubierto la penicilina cuando ha dicho que la relación de amigos con derecho a roce nunca acaba bien, que el roce hace el cariño, que los sentimientos afloran y que al que se le ocurra enamorarse antes está jodido. Por tanto, nadie podrá hacerse el listo aventurando el devenir de una película titulada justamente Con derecho a roce porque ni la película en sí tiene demasiado margen de maniobra dentro de las limitaciones que se pone a sí misma.
Justin Timberlake y Mila Kunis están divertidos y demuestran una química fantástica en pantalla (y al parecer, según se ha dicho, también podrían tenerla fuera de ella…), de modo que el mínimo que se le puede pedir tanto a una relación puramente física y sin compromiso, como a esta película, ya lo tenemos. Sin embargo funciona tan bien que empieza a parecer que es diferente a otras porque hay picos de brillantez sobre los tópicos habituales, con un principio frenético de dos roturas que se funden en una, con una disección carnicera de los clichés de la comedia romántica y también con el velo antierótico que envuelve el primer encuentro sexual entre ambos protagonistas.
Se aventura algo distinto, emocionante y quizá inesperado dentro de lo que cabe, pero cuando la relación entre los personajes de Timberlake y Kunis cae en los cauces del amor la película también cae en el error de abrazar con fuerza los clichés que parecía querer ahuyentar y al final termina siendo una más entre tantas, que a base de aglutinar buen rollo quieren hacerte creer que los has pasado en grande aunque en el fondo no sea así.
Por esto es lo mismo ver Con derecho a roce que ver Sin compromiso (con Natalie Portman y Ashton Kutcher) o atreverse con Amor y otras drogas (con Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway), todas estrenadas este año, porque la fuente del interés empieza siendo la de ver cuerpos atractivos retozando y cuando esto resulta insuficiente, las cosas dejan de funcionar. Siempre ocurre lo mismo.
Aprovecho la crítica para agradecer a los amigos de Sensacine la oportunidad de hacer un concurso para mandar a dos personas al pase privado de la película.