En un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, Marta Fernández se enfrentaba diariamente a un desafío: su cocina, apenas más grande que un armario, le hacía sentir claustrofobia cada vez que intentaba preparar una comida. Sin embargo, con ingenio y creatividad, ha conseguido transformar este reducido espacio en una cocina funcional y visualmente más amplia.
El primer paso que dio Marta fue eliminar los muebles y electrodomésticos innecesarios. “Tenía un microondas gigante que ocupaba media encimera”, comenta. Optó por un modelo más compacto y decidió prescindir del tostador, que apenas utilizaba. Esta sencilla acción liberó una cantidad considerable de espacio y permitió que la encimera quedara más despejada.
La elección de colores fue otro aspecto crucial. Marta pintó las paredes de blanco y sustituyó las puertas de los armarios por unas de cristal translúcido. “El blanco refleja la luz y da una sensación de amplitud, y los armarios de cristal crean una ilusión de profundidad”, explica. Esta estrategia no solo ayudó a crear una sensación de espacio, sino que también modernizó el look de la cocina.
El almacenamiento inteligente fue otro de sus trucos. Instaló estantes flotantes que aprovechan la altura de las paredes y colocó barras magnéticas para los cuchillos y utensilios. “Así los tengo siempre a mano y no ocupan espacio en los cajones”, afirma Marta. También utilizó cestas colgantes y organizadores de puertas para maximizar cada rincón disponible.
La iluminación desempeñó un papel fundamental en esta transformación. Marta añadió una tira de luces LED debajo de los armarios superiores y cambió la bombilla principal por una de luz blanca más brillante. “Las luces LED crean un ambiente cálido y acogedor, y al ser más brillantes, hacen que la cocina se vea más amplia y limpia”, indica Marta.
El minimalismo fue la clave para alcanzar su objetivo. Marta evitó sobrecargar la cocina con objetos decorativos y mantuvo una política estricta de “menos es más”. “Todo lo que tengo en la encimera es funcional, no hay espacio para adornos innecesarios”, comenta. Este enfoque no solo ayudó a dar una sensación de orden, sino que también facilitó la limpieza y el mantenimiento del lugar.
Con estos pequeños pero significativos cambios, Marta logró convertir su cocina enana en un espacio que ahora parece más grande y funcional. Su experiencia demuestra que, con un poco de ingenio, es posible transformar incluso los lugares más reducidos en áreas prácticas y agradables.