En un rincón de Ecatepec, un grupo de jóvenes futbolistas encuentran en el deporte no solo un espacio para practicar, sino también una vía de escape de la violencia y la inseguridad que les rodea. Estrella Guzmán, de 12 años, es una de ellas. La pequeña deportista expresa su alegría y libertad en el campo: “Con el fútbol soy más yo. Aquí expreso todo lo que siento. Soy más feliz jugando fútbol y me olvido de todos mis problemas”. Con determinación, Estrella desafía los estereotipos de género que históricamente han socavado las aspiraciones de las mujeres en el deporte.
El proyecto Cancha Violeta se ha convertido en un refugio seguro, donde se fomenta el respeto y la igualdad, no solo dentro del deporte, sino también en la vida cotidiana. Estrella comparte que antes le decían que no podía jugar porque, al ser mujer, no era “buena” en el fútbol. Sin embargo, ahora tiene claro que puede cumplir su sueño y alentar a otras a hacer lo mismo. Este sentimiento es respaldado por Aldo Huerta, de 17 años, quien valora el aprendizaje en inclusión y derechos que reciben en las prácticas: “Las mujeres son muy buenas en el fútbol y también aprendemos de ellas”.
El impacto de Cancha Violeta va más allá del deporte. Durante el Día Mundial del Fútbol, Aldo lanzó un mensaje claro: es momento de abandonar los pensamientos machistas. “Todas las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a practicar algún deporte”, subraya, motivando a más jóvenes a unirse a la iniciativa.
El proyecto, impulsado por la asociación civil Más Sueños, se apoya en principios de equidad y salud integral. Por ejemplo, Dominic Ibáñez, un niño de seis años que llegó a Cancha Violeta tras la pérdida de su abuelo, encontró en el fútbol la motivación para salir de la depresión. Su abuela, Yolanda Martínez, destaca cómo el deporte ha cambiado su vida, permitiéndole no solo jugar, sino también enfocarse en la escuela.
Además de la actividad física, Cancha Violeta ofrece acompañamiento emocional y servicios de prevención de violencia. Niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad tienen acceso a un protocolo que los canaliza hacia la atención profesional necesaria. El enfoque socioemocional se integra en cada sesión, ayudando a los jóvenes a entender y manejar sus emociones en un entorno seguro.
Las fundadoras del proyecto, Perla Acosta y Nallely Arenas, han logrado, a través del deporte, crear una comunidad de apoyo que va más allá del fútbol. “Fue a través del fútbol que logramos que muchas mujeres vinieran. Hicimos el primer torneo hace seis años y llegaron casi 40 equipos”, recuerda Perla, reflexionando sobre el impacto que ha tenido Cancha Violeta en la comunidad.
Más que un simple lugar donde se juega, Cancha Violeta se ha convertido en un símbolo de esperanza y cambio en una localidad que ha sido marcada por la violencia. Las experiencias compartidas en el campo están ayudando a normalizar la igualdad en todos los aspectos de la vida. Fruto de esto, las generaciones venideras están aprendiendo que los derechos a practicar cualquier deporte son de todos, sin distinción de género.
Fuente: ONU últimas noticias
