Desde hace ya tiempo, creo que desde el partido frente al geriátrico Milán en el Bernabéu, después con el Zúrich y otros partidos de Liga que ya no me acuerdo, perdí la ilusión en este Real Madrid que se nos vendió como ilusionante y ha acabado en catástrofe tras caer en octavos de final ante el O. Lyon por sexta vez consecutiva. Pensaba que iba a estar más enfadado pero la verdad es que no tanto.

Del partido que os voy a contar… el Real Madrid perdonó al Lyon en la primera parte y anotó solo un gol de tira líneas obra de Cristiano Ronaldo, después un palo de Higuaín que hubiera cambiado el rumbo de la historia, un torbellino de juego eso sí, para pasar después en el segundo tiempo al aburrimiento, la desconfianza, la relajación y al desastre total y absoluto. ¿Cómo es posible que la primera parte pudiera golear y en la segunda salir goleado? No lo entiendo.

Todo iba sobre ruedas… hasta que en la segunda parte, Claude Puel, revolucionó a su equipo y convirtió en equipo pequeño al Real Madrid con las entradas de Gonalons y Kallstrom en detrimento de Boumsong y Makoun. Todo el centro del campo quedó sin ideas y maniatado y fue un momento el que el primero que golpease ganaría la eliminatoria. El miedo invadió a la afición y a los jugadores cuando todo se fue al garete, gol de Pjanic. Pellegrini dio entrada a Van der Vaart y al «revulsivo» Mahamadou Diarra para terminar de desquiciar al Bernabéu.