Antonio de Viana: La poesía épica en Tenerife

Antonio de Viana:
Antonio de Viana nace en La Laguna, Tenerife (1578-1650). Estudió en la Península la Licenciatura de Medicina que terminó en 1606.
El Cabildo de la Isla de Tenerife contrató sus servicios en 1607 con la condición de asistir gratis a sus pobres enfermos del Hospital.
Marchó a Sevilla de nuevo para ocupar la plaza de médico cirujano del «Hospital del Cardenal» que le producía unos tres mil ducados.
En 1630, ante el gran aumento de su fama, sus amigos de Tenerife lograron llevarle de nuevo a aquélla Isla, con su antiguo cargo espléndidamente retribuido.
En 1633 decide trasladarse para Las Palmas de Gran Canaria donde ejerció su profesión.
Fue médico del Obispo Murgas, elevando su prestigio entre un gran numero de altas personalidades de tribunales y órganos que entonces residían en aquélla ciudad.
Su fama de poeta fue apreciada en la Nueva Biblioteca de Don Nicolás Antonio así como también había sido elogiado por Lope de Vega.
Su célebre poema »Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria» se ha considerado como de gran valor por haberlo escrito hombre de ascendencia indígena, con gran conocimiento de la tierra y con aportaciones nuevas sobre las costumbres y etnografía isleña, que se supone debió conocer en gran parte directamente o por las noticias que le dieran sus familiares.

«Antigüedades de las Islas Afortunadas«(1604), obra distribuida en dieciséis cantos en los que se narran, principalmente, los hechos de la conquista de la Isla de Tenerife. Como ha señalado María Rosa Alonso, historiadora actual que a sus 97 años vive todavía en esta ciudad de Aguere (La Laguna), y que ha sido una de las principales estudiosas de Viana y de su obra , nos cuenta en su obra «El Poema de Viana» que …en las descripciones de los héroes locales que acompañan a la narración bélica están dedicadas, como en el caso de La Araucana de Ercilla, a los héroes locales. Aunque el poema sea de desigual calidad, su importancia estriba, entre otros aspectos, en que es el poema épico canario por excelencia, en el que continuará la mitificación iniciada por Cairasco de la historia precolonial. Pero la obra de Viana va mucho más allá en la indagación de la realidad por medio del lenguaje.
El poeta gusta de nombrar lo que está viendo y se aparta así de los estereotipos convencionales de la época, como lo demuestra la gran cantidad de términos que inserta referidos a la realidad insular, como los nombres de las especies vegetales que conforman la laurisilva canaria: lentiscos, barbusanos, palos blancos, viñátigos y tiles, hayas, brezos, acebuches, tabaibas y cardones…
También es importante en la obra de Viana la formulación de otro de los mitos de la literatura canaria: «el mito de Dácil», que gira en torno a los amores de la heroína indígena Dácil con el capitán español Castillo. En este sentido, Dácil se convierte en símbolo de diversas lecturas que han sido recogidas por la tradición literaria posterior bien para enaltecer el pasado idílico del mundo prehispánico, bien para exaltar la condición mestiza y abocada al exterior del ser insular.
Tanto María Rosa Alonso como otros autores que se han ocupado de la obra de Viana, le achacan que en sus escritos se haya inventado parte de los nombres guanches que aparecen en su obra. Hecho que ha dado pie a que otros autores que se fiaron de Viana, hayan cometido el mismo error, como le pasó al historiador Viera y Clavijo en el siglo XVIII en su obra Historia de Canarias.
M.C.M.

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