‘Ágora’, el traje grande de Amenábar

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Ágora es la superproducción más cara de la historia del cine europeo y tenía que dirigirla uno de los directores más prolíficos del cine europeo: Alejandro Amenábar, quién sin duda tiene un talento que va bastante más allá que el del resto de cineastas que corren por aquí.

El problema, pero, es que realmente no era necesario hacer de Ágora una superproducción, porque en realidad se trata de una película intimista que se desarrolla bién en espacios cerrados y centrándose en un personaje protagonista indiscutible como es Hipatia (Rachel Weisz).

No obstante, no sé si Amenábar o quién, pero alguien se ha empeñado en hacer esta película a lo grande y se ha equivocado, porque han convertido este film en un soberano coñazo.

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El caso es que la película funciona mientras Hipatia investiga una teoría sobre el movimiento de los planetas, convirtiendo Ágora en un thriller científico genuino y original, con un propósito claro. Las pocas escenas relacionadas con dicha investigación son de un gran calibre artístico. Amenábar disfruta con ello y se nota.

Pero luego, a saber por qué, el film empieza a bajar en picado, entra el cansino tema del fanatismo cristiano y hace aflorar la mala leche del público; porque esto ya no es nuevo y porque está tratado de una forma súmamente tópica.

Además, esta condición de película grande que no va con Amenábar y hace pierda el hilo de sus personajes, dibujados todos ellos un poco a la remanguillé. Incluso Hipatia. El personaje que interpreta tímidamente Rachel Weisz no es lo memorable que debería ser, no se explotan sus posibilidades y se descompone del todo con la relación amor-odio que le pintan con su esclavo, Davos. Es decir, se trata de una mujer que llega a ver que comprende mejor la ciencia que a los seres humanos, y aunque es algo que se deja ver, también es una característica la mar de interesante se olvida tan pronto como se plantea.

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Por todo eso, creo que Ágora es un traje que le viene grande a Amenábar, que no ha sabido hacerse a su medida. Aún así, sigo creyendo que es el mejor director de nuestro cine y espero que aprenda de este pequeño tropiezo (porque vamos a ver, es su peor película, sí, pero no un fracaso) y vuelva a deleitarnos como sólo él sabe con la próxima.