El Covid-19 está afectando muy negativamente a la economía mundial, y España no iba a ser menos. En la actualidad nos encontramos inmersos en la peor recesión desde la Gran Depresión de los años 30. Esta situación ha provocado que el Gobierno haya tenido que tomar ciertas medidas para evitar los contagios, fomentar el teletrabajo y reducir la vida social.
Aunque el teletrabajo ofrece importantes ventajas referente a la conciliación familiar, está afectando particularmente a las mujeres, ya que estas están perdiendo más puestos de trabajo que los hombres.
A nivel mundial los datos son esclarecedores, la pérdida de empleo de las mujeres por la Covid-19 es 1,8 veces mayor que la de los hombres, ya que también ocupan otros sectores donde predomina este personal y donde tampoco se concibe el trabajo en remoto, servicios de alimentos y cuidado personal.
De la misma forma y según un estudio realizado por la web de empleo Jobatus.es, además de sufrir este perjuicio, también se ven especialmente perjudicadas por las limitaciones existentes en los trabajos de servicio o por el cierre de escuelas o guarderías. De hecho, existe una gran diferencia entre la cantidad de mujeres y hombres que han tenido que dejar su puesto de trabajo o reducir su jornada laboral para ocuparse de sus hijos. El porcentaje de estas es seis puntos superior, con especial incidencia en madres de niños pequeños o aquellas sin pareja o parientes.
Esta situación está afectando de forma especial a este grupo que, aparte de enfrentarse a una oferta laboral escasa, deben compaginar en el caso de que estén trabajando, múltiples responsabilidades familiares durante la pandemia.
¿Qué perjuicios tiene el teletrabajo para las mujeres?
Si bien es cierto que la pandemia del coronavirus ha dejado un paro mayor en las mujeres, la flexibilidad de esta alternativa laboral ha permitido que otra parte continúe en su puesto de trabajo o que encuentre uno nuevo.
Pero no todo es positivo, el trabajo flexible suele conducir a un peor salario y no es común en cargos de alto nivel, ambas limitan las posibilidades de las mujeres en este entorno y conducen a una incertidumbre laboral que puede desencadenar en ansiedad.
Por otra parte, las mujeres que teletrabajan y tienen a sus hijos en casa, reciben más interrupciones que las trabajadoras que se encuentran en la oficina. Esto genera un cúmulo de estrés y una falta de concentración que trastornan la correcta ejecución de las tareas laborales y deriva en que tengan que emplear más horas de trabajo para cumplir los objetivos establecidos.
Estas interrupciones, aparte de aumentar la jornada laboral, conducen a la irritabilidad, una emoción negativa que bloquea al individuo y lo condiciona a nivel empático y nervioso. Esta tendencia resulta en una consecución ineficaz de las tareas laborales y pueden ocasionar conflictos que pongan en riesgo la continuidad laboral.
Este compendio de perjuicios sitúan a las mujeres y en particular a las trabajadoras en remoto con hijos a su cargo, en un contexto laboral donde la oferta laboral es escasa, las responsabilidades familiares dificultan la ejecución de las tareas laborales y que pone en riesgo la salud de las empleadas por trabajar desde casa.