Ya no cojo el Metro. Desde que me mudé a una ciudad del extrarradio y abandoné el transporte público he perdido muchas horas de lectura. Lo recordé hace poco, que tuve la ocasión de estrenar la nueva línea que ha llegado a mi pueblo. Era un día entre diario. Había mucha gente leyendo. Traté de fijarme en lo que leían: El hombre con el pijama de rayas, lo último de Ken Follet, los diarios gratuitos que se reparten en las entradas de las estaciones, y misteriosos libros forrados con papel de estraza que salvaguardan la intimidad del lector, y del libro. ¿Sus propietarios los guardarán en las estanterías con el forro? ¿Los liberarán alguna vez y les permitirán respirar?
Me chocó algo en ese viaje que me ha hecho reflexionar: nunca he visto a nadie leer una revista del corazón o cotilleos en el metro. Debe ser que está mal visto; a lo mejor sus dueños las forran con papel de periódico para disimular.
Y me alegró encontrarme con una sorpresa en la estación de Nuevos Ministerios: Una bibliometro, o biblioteca pública en el Metro de Madrid. Desgraciadamente estaba cerrada cuando llegué. http://www-1.munimadrid.es/bibliometro/