Wulfrik el Errante, maldito y bendecido (parte I)

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Hoy vamos con una historia de Warhammer sobre uno de los adoradores de los Dioses Oscuros. Contaremos un poco más acerca de la trágica historia de Wulfrik el errante. Que sepáis que la idea de este post ha sido a raíz de la sugerencia de un lector y la entrada va dedicada a toda la comunidad de Martillo de Guerra y en especial a él. Si alguien tiene alguna sugerencia más que la deje en los comentarios. Comenzamos.

Son muchas las historias que se cuentan de los paladínes del Caos, desde letales y despiadados guerreros convertidos en engendros hasta heroicas carnicerías acontecidas ante los ojos de los dioses. Pero pocas historias son tan dramáticas como la de Wulfrik el Errante, un paladín del Caos maldito y bendecido.

Wulfrik_el_errante

En tiempos ya lejanos Wulfrik era un glorioso paladín del Caos, conocido por su destreza en el campo de batalla. Cosechaba la victoria en cada uno de los combates en los que se entrometía y de este modo su ego aumentaba a cada combate ganado un poco más.

Wulfrik enseguida cosecho una reputación admirada entre los suyos, no había ninguna tribu en los alrededores ni ningun guerrero que pudiera desafiarlo a un duelo y vivir para contarlo.

Una de las batallas más sangrientas donde Wulfrik junto con su tribu de bárbaros del caos lucharon fue la Batalla de los Mil Cráneos, donde una vez más el presuntuosos paladín se alzo con una victoria aplastante. Wulfrik podía contemplarse al final de la batalla allí, con el rostro desencajado y la espada ensangrentada, ebrio de poder, encima de una pila de cadáveres y levantando la cabeza para mirar al cielo y rugir y gritar que nadie podría nunca acabar con él, no había sensación más gloriosa para un paladín del Caos que aquella.

A partir de ese momento Wulfrik se sintió invencible y todopoderoso, no había habido ni un solo guerrero en la batalla que hubiera podido hacerle frente ni resistir al embite de su espada «arranca corazones». Sin saberlo, desde ese mismo momento Wulfrik estaba condenado a una vida de desgracia…