Giovanni Rotschild sube a un camión a las 9 de la noche para comenzar su turno como ayudante de reparto en la Ciudad de México, un trabajo que contrasta profundamente con su anterior rol como enfermero en Haití, donde brindaba atención en una sala de emergencias atestada. Su vida cambió drásticamente en 2022, cuando se vio obligado a huir de su país natal debido a amenazas de muerte en medio de una crisis humanitaria marcada por la violencia y la inseguridad.
Los grupos armados habían tomado control de varios vecindarios en Puerto Príncipe, lo que llevó a Giovanni a tomar la desgarradora decisión de dejar atrás a su madre, su pareja y su trabajo. “Mi vida era normal, pero todo cambió de un momento a otro”, recuerda. La situación en Haití se ha deteriorado en los últimos años, con más de un millón de personas desplazadas y la población civil atrapada en enfrentamientos violentos. Hasta junio de 2024, más de 400,000 personas habían abandonado el país, buscando refugio principalmente en América.
Al llegar a la Ciudad de México, Giovanni experimentó una mezcla de alivio y ansiedad. No hablaba español y carecía de una red de apoyo. “Me sentía feliz por estar aquí, pero, al mismo tiempo, me sentía perdido”. Inicialmente, enfrentar el sistema legal mexicano fue abrumador, pero recibió apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y de la organización Sin Fronteras, que brindan asistencia a los refugiados. “Me dijeron: ‘Esta es tu casa’. Me ayudaron a sobreponerme”, recuerda.
Giovanni comenzó a tomar clases de español y recibió orientación legal para solicitar asilo en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Unos meses después, fue reconocido como refugiado y posteriormente obtuvo la residencia permanente en México, formando parte de un grupo de 7,537 haitianos que han recibido esta condición desde 2019.
“Era la primera vez que no sentía miedo ni estrés», afirma Giovanni, quien también cultivó amistades en Sin Fronteras, encontrando una comunidad de apoyo. Sin embargo, el financiamiento reducido ha comenzado a afectar la asistencia que ACNUR puede ofrecer, poniendo en riesgo la estabilidad de muchos refugiados.
Mientras convalida su formación como enfermero, Giovanni ha podido encontrar empleo, aunque se aleja de su carrera original. “Esto es parte del camino”, expresa con optimismo. Cada día en el camión le ofrece nuevas experiencias. “Voy a disfrutarlo; aprendo sobre México y a conocer más personas”.
Giovanni sueña con obtener la ciudadanía mexicana para poder votar y viajar libremente. También anhela reunirse con su pareja, imaginando el momento en que se encuentren en el aeropuerto. Más allá de sus metas personales, Giovanni aspira a utilizar su formación en salud para impactar positivamente a otros en su nuevo país, creando una iniciativa dedicada a la prevención y educación en salud. “Quiero que otros me vean y digan: ‘Gracias a ti, tengo una mejor vida’.”
Fuente: ONU últimas noticias